lléveme a casa

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Hoy he ido y vuelto en taxi a clase; viajar detrás, con los cascos puestos para no oír la música del otro, y la cabeza reposando ligeramente ladeada, te da una perspectiva diferente del paisaje. Ha sido bueno no tener que mantener una cortés y estéril conversación, ha sido bueno conseguir el ángulo adecuado para no cruzar ni una mirada por el retrovisor, era solo yo, cruzando la ciudad hasta llegar a casa. Ha sido bueno darle esquinazo al pelma del portero, que siempre sabe de mis idas y venidas por el ruido que hace la puerta del garaje comunitario y que, he llegado a la conclusión, no engrasa para caer sobre mi con las excusas más peregrinas.

Sería bonito coger el taxi y decirle «lléveme a casa», y que me conduzca por otros paisajes hasta cualquier rincón, solamente cambiar, no saber… y disfrutar el camino.

Ha llegado el momento de reservar una horita o dos para el gimnasio de nuevo… me siento peleón…

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