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ORGULLOSO de ser minienfermero :)

… con las botas puestas

David vs. Goliat

En lo tocante a ciencia, la autoridad de un millar
no es superior al humilde razonamiento de un hombre.

Galileo Galilei
Cuando creíamos que teníamos todas las respuestas,
de pronto, cambiaron todas las preguntas.

Mario Benedetti
Toda verdad pasa por tres fases. Primero, es ridiculizada.
Luego, recibe una violenta oposición. Finalmente,
es aceptada como evidente.

Arthur Schopenhauer
Ciencia es aquello sobre lo cual cabe siempre discusión.
José Ortega y Gasset

Con esas citas resume Servando Pérez de 41 años el calvario que lleva viviendo desde 1998. Segundo de su promoción, coordinador Erasmus, director de reconocidas investigaciones internacionales y docente en la Facultad de Ciencias de la Educación de Compostela, notaba como en clase a veces un alumno le hacía una pregunta y él perdía el hilo de la explicación… y eso sólo fue el principio, luego llegó la pérdida de memoria a corto plazo, el cansancio crónico, los problemas gastrointestinales, dermatológicos, genito-urinarios, las alergias, la sensibilidad química múltiple, la fibromialgia, la ansiedad, el estrés, etc.

Servando, con 10 diagnósticos distintos, tres psiquiatras que afirmaban que no padecía trastornos mentales, pero sintiéndose cada vez peor se armó de paciencia, el Harrison de medicina interna y se puso manos a la obra para salvar su propia vida «pese a que mucha gente se burlaba de mi, restándole importancia…. yo a lo que aspiraba era a normalizar mi existencia».

Hoy, diez años después, sabe lo que tiene, acaba de ganar una demanda contra la Seguridad Social, por la cual se le reconoce la incapacidad absoluta total (recurrida por la Seguridad Social ante el Tribunal Supremo), ha creado una asociación de afectados, y acaban de presentar una demanda judicial contra el Servicio Gallego de Salud y otra contra el Ministerio de Sanidad y Consumo.

Es solo una historia de tantas, que no ocupará más que unos minutos en algún informativo, y luego se perderá en el olvido, pero son 11 años de dolor y humillaciones y es una de las historias que más me gustan, la historia de los que solos han tenido que enfrentarse a un Estado insensible y a la defensiva… nuestra versión moderna de David y Goliat.

Su asociación

Breve entrevista

mi tarjeta

de identificación ha servido de algo por una vez… me he podido colar en Urgencias para ver a mi amigo f0n, que está allí, sentadito en su silla de ruedas, a la espera de saber si tiene una apendicitis aguda y le operan, o qué es lo que pasa… curiosamente ayer y hoy hemos estado dando el tema en Médico Quirúrgica, y a decir verdad, con dolor agudo en FID, signo de rebote positivo, leucocitosis (y a falta de conocer el análisis de orina y de la placa de Rx), tiene pinta… ¡y está amargado pensando en que va a perder clases! (como le entiendo, parece que los estudiantes de medicina y de enfermería, después de todo, tenemos bastantes cosas en común).

P.D. Antes de terminar este post, me acaba de llamar una amiga que es enfermera instrumentista en el quirófano de urgencias… al parecer ella va a asistir durante la operación de f0n 😀 … al final todo queda en casa.

Bueno amigo, no puedo decirte más que estás en buenas manos (ya lo sabes), que espero que todo te salga a pedir de boca, y que aunque comimos el otro día y Jorge y yo cuestionamos (una vez más) tus gustos musicales -era tu coche y nos tuvimos que joder aguantar-, hoy te dedico la canción, que se que ésta te gusta… y nada más, espero que en unos días vuelvas por aquí a visitarme, que restar visitas como la tuya, duelen, ya lo sabes, y si no lo sabías, te lo digo yo.

Kalinka – Russian Red Army Choir

EDITO: ains, mira, no lo puedo evitar, como hoy conduzco yo, el que se jode aguanta eres tú, aunque sea por el susto que nos has dado, así que ahí va una de mis canciones…


(no title) –

y porcierto ZORRO, más que ZORRO, me estoy riendo para mis adentros pensando en la excusa que le vas a dar a esa cohorte de perracas que tienes siempre zumbando por tus alrededores, a las que siempre les cuelgas el teléfono cuando sales con nosotros, y a las que luego les sueltas todas esas excusas baratas (y que de alguna increible manera cuelan), para ahorrarte el mal trago de que te hagamos pasar verguenza… cuando les digas el por qué de que estés hoy y posiblemente mañana incomunicado… y lo que es peor, tu madre tiene voz de chiquilla, MUCHA MALA LECHE y tu teléfono móvil ¡la que se puede armar!… esto va a dar muuuuucho juego

cejas

faltan 1.600 enfermeros en la sanidad canaria

no es suficiente con comprar material de pésima calidad, tampoco, bajo la aparente racionalidad gestora del «hay que ahorrar», desabastecer las plantas condicionando hasta las curas  o los procedimientos más básicos, no, ahora se ha optado por no renovar contrato a 100 enfermeras de atención especializada… hay cosas con las que no se puede jugar… ¿se tornará la tradicional desunión del personal sanitario en un «hasta aquí hemos llegado»?.

Y que nadie me venga poniendo como ejemplo cualquier país africano, pretendiendo decirme que podría ser peor, porque me niego a rebajar la calidad asistencial de mis pacientes, hasta igualarles en lo malo con el tercer mundo, y eso es lo que pasará si se sigue escaso de material, si el material es inadecuado, y si el ratio enfermera/paciente se reduce aún más.

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The War Song (Ultimate Dance Mix) – [CULTURE CLUB]

diario de bitácora

ayer fue el examen de farma, no comenté nada por dos razones, la primera de ellas, es que tenía que ponerme al día con las horas de sueño pendientes, la segunda, que como de costumbre… me cuesta y no me gusta adelantar acontecimientos, aunque tengo la sensación de que no lo voy a aprobar, y la sensación es peor, puesto que me da en la nariz que va a ser por muy poco… pero ya veremos cuando pongan las notas.

Hoy la sorpresa ha sido que falleció mi paciente, con lo que voy a tener que ir buscándome otro para el plan de cuidados, además de que, al parecer, el personal ya tiene la suficiente confianza conmigo como para haberme abordado hoy para preguntarme sobre el incidente del primer día de prácticas… un tanto molesto, la verdad, era algo que ya estaba en el olvido, y me parece mentira que estas tonterías trasciendan tanto (particularmente cuando siento que de alguna manera, se critica a la otra parte instrumentalizándome a mi)… enfins, pelillos a la mar.

Por último, comentar que por primera vez en todas las prácticas, he conocido, aunque sea superficialmente, lo que es el acoso al personal sanitario… y no me refiero a un golpe (algún manotazo o patada más o menos intencionada ya me he llevado, pero siempre de pacientes agitados), un mordisco (suerte que la abuelilla mordió con la encía, porque no tenía la dentadura postiza), o la mala baba de pacientes con tumores del lóbulo frontal, síndrome de abstinencia y similares… siempre actitudes atribuibles al estado del paciente o «gajes del oficio»; hoy el caso se ha dado con un paciente aislado respiratoriamente, que ingresó hace poco, y ya ha conseguido sacar de quicio al personal con su desfachatez, sus malos modos y su lenguaje hiriente, hasta el punto de que hoy se creó un momento de tensión, cuando tras acabar con la paciencia de la auxiliar, y de la limpiadora, poniendo toda clase de impedimentos a su trabajo, incluyendo su negativa a ducharse, pretendía salir de la habitación y, cuando se le explica con toda la diplomacia del mundo que no puede hacerlo ya que está aislado y pondría en riesgo al resto de los pacientes de la planta, adopta una actitud chulesca y camorrista, que hizo necesaria la intervención de la supervisora de la planta… me pregunto qué habrá pasado (ocurrió justo antes de irme de la planta), si será valorado por psiquiatría, o qué medidas cabría adoptar en casos similares, cuando la seguridad del resto, depende de alguien que no solo no colabora, sino que amenaza directamente y de manera consciente, con usar la violencia física para alcanzar sus objetivos.


Shakira – Estoy Aqui – Karaoke – Estoy Aqui

SPxM

me estaba acordando ahora que el otro día una paciente estaba agitadísima, saturaba muy mal, se arrancaba la mascarilla de oxígeno, daba manotazos y, aunque no podría pesar más de 60 kilos, casi no había manera de sujetarla para que no se cayera de la cama… así que se llamó al médico, y un ratito después, mediante punción, se le logró sacar un litro y medio de líquido de los pulmones… nada más terminar, muestra un nuevo signo que al principio alarmó a todos los presentes, emitía unos sonidos graves, potentes… ¡estaba roncando!, se durmió como un alma bendita, hay que ver lo que es la naturaleza humana.

Yo, por mi parte, estoy con el SPxM (síndrome pre-exam), así que esta mañana me he levantado temprano, he pillado el coche, y me he ido a estudiar al Puertito de Güímar, con el solecillo dándome en toda la jeta y bien pegadito al mar -una delicia-; me he comido un bocata, he vuelto, he dormido una horita, y ahora vuelta a empezar… creo que esta noche van a volar una o dos cervezas más, porque estoy que me comen los nervios.

insomnio ¿se nota?… pues tochazo al canto

Hola, mi nombre es Julián, y voy a morir hoy… lo se, lo siento en los huesos, que hoy por hoy, es lo que más destaca de mi anatomía sobre la pulcra sábana blanca.

Lo se, porque he luchado y he ganado, porque la muerte ya no me asusta, porque se que ha llegado el momento de dar otro paso que, como en casi todo lo verdaderamente importante en la vida, no sabes a dónde te conducirá, y te inspira un cierto temor… pero esta vez, a diferencia de otras muchas, no estoy solo, y el amor de los que me rodean me desgarra el corazón de ternura y me insufla un valor y una determinación que, viéndome, nadie diría que poseo.

Recuerdo como si fuera ayer, cuando comencé la aventura de la enfermería e incluso antes, cuando una enfermera me decía «jamás serás un buen enfermero»; recuerdo mis prácticas y mis proyectos, y a la gente de mi alrededor «harás un buen enfermero de urgencias o de primaria, pero no te veo en planta» o «serás un buen enfermero allá donde vayas»… yo lo vivía todo como si me fuera ajeno… la verdad es que en aquel entonces el tiempo ya me había enseñado que las palabras que hieren, las que ensalzan o la indiferencia, no son más que el fruto del rencor, del optimismo o de esa manía que tenemos todos de etiquetar y dar consejos… cuando es el tiempo y la propia actitud, los que dictan las hojas de un diario que comenzamos siempre en blanco y nunca sabemos cómo acabará.

Sigo repasando rápidamente mi vida, y casi me resulta tan simple todo, que me arranca una sonrisa… bien o mal, todo se ha desarrollado como cabría esperar, aunque he sido muy afortunado. Nací en el primer mundo, y aunque mi adolescencia fue, como mi parto, un alumbramiento un tanto dramático, casi nunca pasé necesidades, al menos no esa clase de necesidad que atenaza las tripas y te muerde las entrañas… aprendiendo a amar, me hice e hice daño, y aún hoy, sigo aprendiendo cómo se hace, y dando pasos torpes en la buena y la mala dirección, pero en conclusión he amado y he sido correspondido, así que he conocido el que posiblemente sea el mejor regalo sobre la tierra.

En este momento entra mi doctora y la enfermera… no interrumpen del todo mis reflexiones, ellas son parte de mi historia, y ahora yo soy más protagonista que nunca. Mientras que la una se afana en cambiarme el suero, la otra se ha sentado en el borde de la cama, me mira y me pregunta qué tal estoy… buffff, ahora comprendo esas películas en las que el soldadito se enamora de su ángel de la guarda, me parecen tan jóvenes y tan guapas, aunque quizás de calle hubieran parecido anónimas o transparentes… me miran, y sobre todo destaco eso de ellas, sus ojos… han visto tanto como los míos, pero las mujeres tienen esa rara cualidad de sonreír con ellos antes de que el gesto llegue tan siquiera a insinuarse en sus labios… sonríen con los ojos, y se que me ven por dentro, eso me conforta, no soy solo un número de cama, no han tenido que preguntar un segundo antes en el control por mi nombre para repetirlo una y otra vez como si me conocieran de toda la vida.

He ingresado varias veces en el último año, así que me conocen y, además, hace mucho tiempo que soy «de la casa», como al personal del hospital nos gusta decir, y aunque llevo casi la mitad de mi vida cuidando y enseñando a cuidar, se que hoy me toca impartir la última y más importante lección de todas, enseñar a mis compañeros a asistirme al morir y a crecer como personas.

No se muy bien cuándo decidí que me gustaría trabajar en paliativos; posiblemente fuera el fruto de la influencia de una enfermera que transmitía pasión al hablar de las historias de sus pacientes terminales lo que me picó la curiosidad y me hizo dar un paso en ese mundo en el que nadie quiere entrar… ¿pero cómo puedes ir a trabajar sabiendo que todos o casi todos tus pacientes lejos de salir por su propio pie lo harán con los pies por delante? ¿no quema? ¡quita quita!… y precisamente esa actitud, ese miedo que en el fondo todos sentimos ante la certeza de que moriremos, me hizo ver durante las prácticas, que a la muerte rodean una serie de signos que van más allá de los físicos del propio paciente.

Los enfermos crónicos solían apagarse poco a poco, hasta que un día, los estertores presagiaban el final inminente… es esa respiración entrecortada, ese sonido tan particular que empezaba a inquietar al personal ante la inminencia de lo inevitable (que no sea en mi turno por Dios)… pero si observabas con atención, ya notabas cómo la puerta de la habitación permanecía siempre cerrada, cómo el personal entraba solo para lo imprescindible, cómo el médico, si podía, delegaba en el residente o pautaba desde la puerta dando únicamente un rápido vistazo al interior de una habitación en penumbra.

Porque la muerte, se interpreta como un fracaso, el fracaso de la medicina, el fracaso personal, la oportunidad perdida de sanar, el molesto recordatorio de que todos nos vamos de este mundo… y no como lo que es, parte misma de la vida; pero somos humanos, y eso nos hace débiles o muy fuertes, únicamente hay que aprender a sacar fuerzas de la flaqueza, y darle la vuelta a la situación.

Hoy voy a morir, lo se, lo siento en los huesos, pero aunque tengo días mejores y días peores, no me ahogo con mis flemas, no tengo estertores, se han hecho bien los deberes, y por no tener, no tengo ni una UPP … y ayer fue un buen día, me levanté al baño sin ese dolor punzante en el pecho, tomé un rato el sol en la sala de visitas (bonitas vistas al mar por cierto)… y hasta me permití comerme un poco de ese estofado que tanto me gusta y que a alguien se le ocurrió traerme en un tapper… y lo disfruté, no como la última cena del condenado a muerte, sino con el placer del que reencuentra un sabor familiar y mira con ojillos de «joder, que bueno está esto, espero que en el cielo sepan cocinar como los ángeles, porque el pabellón está muy alto».

No estoy en mi casa, pero podría haberlo estado, al fin y al cabo hace años que hay un buen equipo de primaria dedicado a los cuidados paliativos… han sido las circunstancias, porque afortunadamente fuera y (naturalmente) dentro del ámbito del hospital, hace ya tiempo que se entendió que no hay mayor indignidad, que morir con dolor, o con la puerta cerrada… y yo participé del cambio, y ahora disfruto de la recompensa… ni más ni menos que el resto.

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Hoy, aunque suene MORBOSO, no hago planes para vivir, plasmo en el papel cómo me gustaría morir, ojalá que algún día sea una realidad generalizada.

Este texto va dedicado a todos los facultativos a los que he visto enfrentarse a las decisiones de sus jefes jerárquicos, y que ganaran o perdieran la batalla… la dieron. También se lo dedico a todos los enfermeros que supieron llevar su vocación más allá de la comodidad de limitarse a acatar una orden médica, y que lejos de pensar «si yo fuera médico…» entendieron que eran lo que siempre quisieron ser, y persiguieron el mejor interés de sus pacientes. A todos ellos, a los que desterraron el concepto «placebo» de su práctica profesional. A los que asumieron que cuando un paciente dice «me duele», es que le duele. A los que entendieron que la morfina no es sinónimo de eutanasia, y siguieron formándose para aprender a dominar el arte del control de síntomas. A los que atendieron a los demás como quisieran ser atendidos ellos o se atendiera a sus seres más queridos… recordad, aún hay mucha batalla que dar, pero alguien debe darla… y la ganaremos.

deliciosamente cansado

creo que si al llegar a casa, en vez de ponerme a estudiar me hubiera tumbado en la cama, me habría quedado sopa.

Hoy todo muy bien, en vez de andar todo el día corriendo detrás de la enfermera, nos hemos coordinado y se ha sacado el trabajo, aún cuando la planta se complicó bastante.

Dos de los pacientes que ayer estaban muy mal fallecieron anoche, el uno a las 10 y el otro a las 10,30, y un tercero, que nos ha mantenido en vilo toda la mañana, no se si aguantará otras 24 horas… su compañero de habitación, también está en una situación bastante lamentable, con una sudoración profusa y unas hipoglucemias casi incompatibles con la vida, y entre delirios, repetía la frase que más he escuchado a los pacientes que están en las últimas «Ay Dios», se conforman con eso, repitiéndolo con cada respiración, como un mantra, y mientras tanto, al hacerle la cura de sus úlceras vasculares, yo pensaba que en cualquier momento, al poner la gasa entre los dedos de los pies, me podría quedar con alguno de ellos en la mano, tal era su estado de momificación, y no podía dejar de darle vueltas a que no hay mayor indignidad que morir padeciendo un dolor tan atroz.

Este año los Reyes no me han traído nada… bien es cierto que tampoco lo pedí, así que lo hago ahora:

Que el sufrimiento del otro nunca me sea ajeno.
Que en mi mano siempre esté la posibilidad de dar un poco de alivio.
Que cuando me llegue el momento, sepa que he vivido mi vida mucho y bien.


Tarde De Domingo Rara – Amaral

segundas, terceras y más oportunidades

Hoy, tras incorporarme a la nueva planta, primer incidente… al tener que administrar una cantidad inusualmente alta (brutalmente alta) de insulina a un paciente, vuelvo al control a revisar la pauta en el libro de medicación, la enfermera a la que estoy asignado me ve, me pregunta que qué hago, le comento que como nunca he puesto tantísima cantidad había vuelto para asegurarme, y me temo que ha percibido el tema como que la cuestioné, con lo que ha estado gélida el resto de la mañana. Al irnos, le he comentado que si se ha sentido ofendida no era mi intención, que al igual que yo  no soy de sacar conclusiones a las primeras de cambio, me juzgue pasado un tiempo, y que mañana será otro día, y parece que mis palabras fueron como un bálsamo.

Algún día me gustaría hacer un estudio sobre las percepciones de profesionales y alumnos, para averiguar dónde está el problema; no se si las cargas de trabajo son demasiadas para encima «aguantar a los de prácticas» , si en nuestra dignísima escuela se da tanto látigo que cuando uno termina se inclina a dar lo mismo que recibió, si es una defensa emocional frente a lo que se entiende una agresión,  si en ocasiones  tendemos al narcisismo, o simplemente se trata de un mal día.

El caso es que analizar todo esto desde la comodidad de la distancia, daría mucho juego y resultaría saludable para ambas partes, pero cuando una de las partes eres tú, e intentas no meter la pata cuando te saltan todas las alarmas, lo que menos esperas y/o deseas, es generar una respuesta contraria a tus intereses, que no son ni más ni menos, que el aprender, aprovechar el tiempo para que cuando seas tú el que tome las decisiones, no metas la pata, el mantener una actitud crítica/constructiva, y el mejor beneficio para el paciente y el servicio en el que estás destinado.

Bueno, pues dejo constancia escrita sin más ánimo que el de recordar que algún día, seré yo el que deberá demostrar que el concepto empatía es algo más que algo bonito que se estudia en la carrera.

De resto, poco que decir, una planta donde hay mucho trabajo, y los pacientes están, en una proporción bastante alta, fastidiadísimos; creo que después de todo, las grandes lecciones de la vida nos las da el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno, así que personalmente me servirá para valorar más si cabe mi propia existencia; nadie en su sano juicio puede estar rodeado de tanto dolor, y no dar gracias cada día por un nuevo amanecer.

En otro orden de cosas, hemos tenido el examen de Inglés… si no fuera por mi patético nivel, diría que ha sido un regalito, así que confio en que fruto de «la inspiración» (¡gracias inspiración!) 😉 y de la falta de maldad docente, pueda verme libre aunque sea de un cuatrimestre de la dichosa lengua de Sheaskepeare, aunque ya tengo la vista puesta en el día 20, en el temido examen de Farma; las notas del último examen de antes de las Navidades, el de Médico, aún no están puestas.

Mi momento cine de ayer fue con la película «Cuando ella me encontró», una trajicomedia judía con una curiosa declaración de amor… ella espera a su ex-novio por fuera de la casa de éste, después de muchos problemas, dramas personales y una infidelidad, y la conversación discurre más o menos así:

el: (llegando con el coche) hola, qué tal

ella: gracias por verme.

el: estás entre mi puerta y yo, así que… es lo único que puedo hacer… ya me enteré de lo que pasó, siento haberle llamado maldito (se refiere al feto que ella perdió)

ella: al parecer lo estaba… te echo de menos… ¿y tú a mi?

el: ¿qué quieres April?

ella: quiero mirarte… durante mucho tiempo

el: ¿y qué más?

ella: existe la posibilidad de que mi vida cambie en unas horas, puede que no… o si, y antes quiero decirte dos cosas. Se lo que hice mal… a ti en particular… fui la peor de las pesadillas ¿verdad?… lo supe, incluso en ese momento

el: ¿qué más?

ella: lo volveré a hacer, lo haré, te haré daño sin parar… no así… tendrías que dejarme si te hiciera daño así… ¿si estuviéramos juntos me dejarías si lo volviera a hacer verdad?

el: si, te dejaría

ella: bien… pero te haré daño de otras formas, no será mi intención pero lo haré… y aveces si será mi intención

el: menuda oferta me haces

ella: y tú me harás daño a mi… me harás daño y seguramente cambiarás… quizás hasta me dejes después de prometerme que no lo harías

el: imposible

ella: no lo sabes

el: no lo haría

ella: … pero puedes cambiar

el: si, supongo

ella: ¿entonces?

el: ay Dios

ella: lo se, lo siento… ¿entonces?

La película es intensa, el guión escrito sin un ápice de dulzonas concesiones al romanticismo barato, jodidamente dura y deliciosamente tierna… como la vida misma. Los personajes son humanos, torpes y a la vez, maravillosos, os la recomiendo.

P.D. ADORO mi futura profesión, nunca me he sentido más vivo.

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