Cualquier rinconcito

es bueno para aprovechar unas horas arañadas a las clases, e ir preparando el próximo examen.

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A falta de biblioteca, hoy me he instalado en un rincón de la cafetería del Hospital; un cartel reza «zona Wifi» -debe haber quedado en buenas intenciones, no hay redes disponibles-, pero al menos hay un enchufe, y con el mp3 te olvidas de que unos cientos de visitantes te miran con cara de sorpresa mientras vas adelantando el trabajo.

Más tarde ¡enfermería en conflicto! -SATSE dixit-, así que me he acercado, he saltado un poco entre el gentío, y hasta he gritado ¡aprobado general! detrás de algún profesor (espero que tome nota) ;). Mucho policía desplegado, y mucho policía deseando intervenir… al personal femenino… me los imaginaba cargando contra la multitud para pedir un teléfono… pobrecillos, tiene que ser duro. Alguien me ha puesto una pegatina en el pecho, y ahí se ha quedado hasta ahora.

Vuelta a la realidad, toca vacunarse, ayer no lo hice, así que me escurro a medicina preventiva, espero un poquito a que vuelvan los de la concentración, oyendo música mientras aporreo algo más fuerte de lo normal la silla de plástico (me abstengo cuando una bata blanca me mira con ojos acusadores desde el quicio de la puerta de un despacho)… nota mental: en mi proceso de pérdida de audición tardío, no cantar o aporrear cosas.

Y como siempre, como cuando me como un huevo frito y voy dejando la yema para lo último uhmmmmmm… lo mejor del día, un SMS antes de la clase, recordándome que sigo vivo.

La cuenta atrás continua, esta noche serán 17

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