carta (III)
Me he sentado conmigo mismo un instante, para intentar ser lo más sincero posible conmigo y contigo.
Quiero que sepas que jamás me perdonaría hacerte daño, preferiría estar solo o vivir pequeñas aventuras sin consecuencias, a comenzar nada que esté condenado al fracaso. No podría hacerlo, haría acopio de todas mis fuerzas para evitarlo, desaparecería, me esfumaría, me haría pequeño y me escondería, estoy acostumbrado al dolor, y preferiría pasar por ello ahora, a pesar de quedar como un cobarde….. o un mentiroso.
Tu madre, tus amigos…. yo mismo si se tratase de aconsejarte, valoraría mucho la edad y las circunstancias del hombre que vas a conocer. Si yo fuera tu mejor amigo, y conociendo como conozco a los tíos, te diría que tuvieras mucho cuidado…. los tíos con 40 años que dicen vivir solos, generalmente o son raros, o gays reprimidos que aún no han descubierto su sexualidad, o mienten y se tiran a todo lo que se menea, o tienen una crisis de edad… y se tiran a todo lo que se menea, o son solo niños grandes que no han madurado aún… y posiblemente no lo hagan jamás, o lloran en silencio por alguna ex y buscan en cada relación un pedazo de su felicidad perdida, o sencillamente están tan quemados, que ya no reconocerían el amor aunque éste les diera en los morros.
De todas las posibilidades, he descartado todas menos la última (bueno, puede que un poco raro, pero no patológicamente ). no soy gay, no soy mentiroso, no me voy con cualquiera, no creo estar en crisis (¿cómo se sabe eso?), no soy un niño… la vida me arrebató pronto mi niñez, no lloro a ninguna ex (la naturaleza es sabia y con el tiempo, sólo recuerdas los buenos momentos; no albergo rencor)…..
…… es la última posibilidad la que más me preocuparía, es la más terrible, ya que cualquiera de las otras se detecta con relativa facilidad….. pero la última es terrible; no podría vivir sabiendo que una mujer se enamora de mi, y yo soy incapaz de corresponderle…. mucho menos en tu caso…. te quiero ya demasiado.
He luchado mucho por llegar aquí; me he dejado mucho en el camino… amigos que ya no me llaman porque siempre reciben un «no puedo, tengo examen… la próxima vez», parejas abandonadas a su suerte….. planes y sueños rotos, y yo, siempre yo, cambian las personas, las circunstancias, pero yo siempre estoy ahí.
Cuando me volví a encontrar en esa soledad que muchas veces busco, pero esta vez definitiva, me prometí tres cosas; la primera, que la carrera sería mi prioridad (muchas ilusiones dejadas por el camino como para no tomárselo en serio), la segunda, que no buscaría más el amor de una mujer, que haría mi vida y que dejaría que las cosas sucedieran de manera natural, y la tercera, que intentaría disfrutar un poco más del camino, sin agobios, queriéndome un poco, y disfrutando la carrera (¿para qué inventó Dios la convocatoria de septiembre si nadie va a usarla? -RELAX-).
De repente has aparecido tú, y le has dado un vuelco a toda mi existencia. Yo me enamoro despacio… desde mi primer amor, lo hago con reservas…., dosifico mis «te quiero»…., no beso en la boca si no amo (en eso tengo mucho en común con las putas románticas), y mucho menos «amenazo con hacerlo», pero has llegado tú y no se que clase de hechizo ha caído sobre mi.
Miraba tu foto esta tarde, y me he tenido que desconectar, no podía seguir mirando hasta reflexionar sobre todo esto, te he vuelto a ver, a oír, y ya no podía aplazarlo más….. quería una respuesta al último supuesto, ya no podía aplazarlo más…. ¿estoy en el fondo tan quemado que ya no puedo amar con la intensidad que se merece ella?, ¿sería justo con ella?, ¿sería justo para mi?, ¿debo seguir alimentando este sentimiento?.
Este era mi último vestigio de racionalidad en esta locura de sentimientos, la última barrera, el asidero final…. quiero que sepas que lo he meditado, no es fruto de un impulso, pero como tantas cosas en las últimas semanas, no he tardado en hallar la respuesta…. te quiero, te quiero sin reservas, me siento como una barquita cansada de luchar contra la marea, y como ella, sólo me puedo dejar llevar…. llévame a donde quieras, húndeme en una tempestad, o déjame suavemente sobre la arena de la playa…. ya no soy dueño de mi, sólo puedo dejarme llevar; quedan los miedos, el miedo de no estar a la altura, de no encontrar las palabras, de leer la decepción en tus ojos…. ¡eres tan guapa! y yo soy tan…. normal, pero no importa…. como mi primera vez, firmo donde sea y que el amor me cosa a ostias.
Antes, por primera vez, dejé una pregunta tuya sin respuesta….. ¿por qué no he ido a verte y prolongo esta terrible espera?
Porque tengo miedo a no querer volver.