la cena otro año más

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… se cumple la tradición… hoy por hoy es inevitable, ¿quién sabe cuántas cenas de Navidad quedan para compartir entre dos en una mesa que año tras año se hace más grande?.

Llevo todo el día en ayuno, como los leones del circo romano, para poder engullir comida como para un regimiento, así que me subo al coche y pongo la música a toda pastilla, para no oír el gemido del motor mientras le pido que me lleve a toda velocidad… por el camino más largo… hasta el repetido ritual de cada año.

Cada año es más rápido, esta vez ha pasado poco más de una hora antes de que la otra parte no haya podido evitar cerrar los ojos y empezar a respirar profundamente mientras se entrega al sueño temprano, así que ya ha llegado la hora de regresar a casa en este coche que no tiene término medio… de marchas demasiado largas para mi gusto, solo sabe ir de paseo, o llevado más allá de las 5000rpm, donde se le alegra el corazón; aprovechando que todos cenan ajenos del peligro en sus casas, he atacado el camino de nuevo con la música haciéndome daño en los oídos, únicamente sensible a la respuesta nerviosa del motor, y los avisos de la carrocería y el volante en las curvas; voy jugándome los puntos del carnet y algo más, mientras devoro los kilómetros de vuelta… como si alguien me esperase al llegar.

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