segundas, terceras y más oportunidades

Hoy, tras incorporarme a la nueva planta, primer incidente… al tener que administrar una cantidad inusualmente alta (brutalmente alta) de insulina a un paciente, vuelvo al control a revisar la pauta en el libro de medicación, la enfermera a la que estoy asignado me ve, me pregunta que qué hago, le comento que como nunca he puesto tantísima cantidad había vuelto para asegurarme, y me temo que ha percibido el tema como que la cuestioné, con lo que ha estado gélida el resto de la mañana. Al irnos, le he comentado que si se ha sentido ofendida no era mi intención, que al igual que yo  no soy de sacar conclusiones a las primeras de cambio, me juzgue pasado un tiempo, y que mañana será otro día, y parece que mis palabras fueron como un bálsamo.

Algún día me gustaría hacer un estudio sobre las percepciones de profesionales y alumnos, para averiguar dónde está el problema; no se si las cargas de trabajo son demasiadas para encima «aguantar a los de prácticas» , si en nuestra dignísima escuela se da tanto látigo que cuando uno termina se inclina a dar lo mismo que recibió, si es una defensa emocional frente a lo que se entiende una agresión,  si en ocasiones  tendemos al narcisismo, o simplemente se trata de un mal día.

El caso es que analizar todo esto desde la comodidad de la distancia, daría mucho juego y resultaría saludable para ambas partes, pero cuando una de las partes eres tú, e intentas no meter la pata cuando te saltan todas las alarmas, lo que menos esperas y/o deseas, es generar una respuesta contraria a tus intereses, que no son ni más ni menos, que el aprender, aprovechar el tiempo para que cuando seas tú el que tome las decisiones, no metas la pata, el mantener una actitud crítica/constructiva, y el mejor beneficio para el paciente y el servicio en el que estás destinado.

Bueno, pues dejo constancia escrita sin más ánimo que el de recordar que algún día, seré yo el que deberá demostrar que el concepto empatía es algo más que algo bonito que se estudia en la carrera.

De resto, poco que decir, una planta donde hay mucho trabajo, y los pacientes están, en una proporción bastante alta, fastidiadísimos; creo que después de todo, las grandes lecciones de la vida nos las da el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno, así que personalmente me servirá para valorar más si cabe mi propia existencia; nadie en su sano juicio puede estar rodeado de tanto dolor, y no dar gracias cada día por un nuevo amanecer.

En otro orden de cosas, hemos tenido el examen de Inglés… si no fuera por mi patético nivel, diría que ha sido un regalito, así que confio en que fruto de «la inspiración» (¡gracias inspiración!) 😉 y de la falta de maldad docente, pueda verme libre aunque sea de un cuatrimestre de la dichosa lengua de Sheaskepeare, aunque ya tengo la vista puesta en el día 20, en el temido examen de Farma; las notas del último examen de antes de las Navidades, el de Médico, aún no están puestas.

Mi momento cine de ayer fue con la película «Cuando ella me encontró», una trajicomedia judía con una curiosa declaración de amor… ella espera a su ex-novio por fuera de la casa de éste, después de muchos problemas, dramas personales y una infidelidad, y la conversación discurre más o menos así:

el: (llegando con el coche) hola, qué tal

ella: gracias por verme.

el: estás entre mi puerta y yo, así que… es lo único que puedo hacer… ya me enteré de lo que pasó, siento haberle llamado maldito (se refiere al feto que ella perdió)

ella: al parecer lo estaba… te echo de menos… ¿y tú a mi?

el: ¿qué quieres April?

ella: quiero mirarte… durante mucho tiempo

el: ¿y qué más?

ella: existe la posibilidad de que mi vida cambie en unas horas, puede que no… o si, y antes quiero decirte dos cosas. Se lo que hice mal… a ti en particular… fui la peor de las pesadillas ¿verdad?… lo supe, incluso en ese momento

el: ¿qué más?

ella: lo volveré a hacer, lo haré, te haré daño sin parar… no así… tendrías que dejarme si te hiciera daño así… ¿si estuviéramos juntos me dejarías si lo volviera a hacer verdad?

el: si, te dejaría

ella: bien… pero te haré daño de otras formas, no será mi intención pero lo haré… y aveces si será mi intención

el: menuda oferta me haces

ella: y tú me harás daño a mi… me harás daño y seguramente cambiarás… quizás hasta me dejes después de prometerme que no lo harías

el: imposible

ella: no lo sabes

el: no lo haría

ella: … pero puedes cambiar

el: si, supongo

ella: ¿entonces?

el: ay Dios

ella: lo se, lo siento… ¿entonces?

La película es intensa, el guión escrito sin un ápice de dulzonas concesiones al romanticismo barato, jodidamente dura y deliciosamente tierna… como la vida misma. Los personajes son humanos, torpes y a la vez, maravillosos, os la recomiendo.

P.D. ADORO mi futura profesión, nunca me he sentido más vivo.

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