deliciosamente cansado

creo que si al llegar a casa, en vez de ponerme a estudiar me hubiera tumbado en la cama, me habría quedado sopa.

Hoy todo muy bien, en vez de andar todo el día corriendo detrás de la enfermera, nos hemos coordinado y se ha sacado el trabajo, aún cuando la planta se complicó bastante.

Dos de los pacientes que ayer estaban muy mal fallecieron anoche, el uno a las 10 y el otro a las 10,30, y un tercero, que nos ha mantenido en vilo toda la mañana, no se si aguantará otras 24 horas… su compañero de habitación, también está en una situación bastante lamentable, con una sudoración profusa y unas hipoglucemias casi incompatibles con la vida, y entre delirios, repetía la frase que más he escuchado a los pacientes que están en las últimas «Ay Dios», se conforman con eso, repitiéndolo con cada respiración, como un mantra, y mientras tanto, al hacerle la cura de sus úlceras vasculares, yo pensaba que en cualquier momento, al poner la gasa entre los dedos de los pies, me podría quedar con alguno de ellos en la mano, tal era su estado de momificación, y no podía dejar de darle vueltas a que no hay mayor indignidad que morir padeciendo un dolor tan atroz.

Este año los Reyes no me han traído nada… bien es cierto que tampoco lo pedí, así que lo hago ahora:

Que el sufrimiento del otro nunca me sea ajeno.
Que en mi mano siempre esté la posibilidad de dar un poco de alivio.
Que cuando me llegue el momento, sepa que he vivido mi vida mucho y bien.


Tarde De Domingo Rara – Amaral

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