muertos con solera II
Rasputín 1872-1916, que respondía al nombre de Grigori Efimovich Rasputín, era un monje bastante espabilado, famoso por su querencia a la facción femenina de la corte, y la fantástica influencia que ejercía sobre la familia imperial rusa de Nicolás II.
El caso es que este hombre, de orígenes humildes, a base curaciones y predicciones bastante cuestionables, había llegado a alcanzar unas cotas de poder inimaginables en la corte, lo cual molestaba sobremanera a los aristócratas de la época, que cansados de tanta tontería, decidieron que ya era hora de despacharle de una vez por todas, así que la noche del 31 de diciembre de 1916 le invitaron a una cena, y condimentaron sin reparos con cianuro los platos destinados al molesto invitado, pero bien sea porque la cantidad fuera insuficiente, porque el hombre comió poco o por su conocida afición por la cerveza (la hidroxicobalamina o vitamina B12 tiene mayor afinidad que el cianuro por las citocromo oxidasa y en unión de ambos compuestos, se forma cianocobalamina, que se elimina vía renal), el caso es que el hombretón no tuvo la decencia de palmar como se esperaba.
Visto que la cosa no funcionaba, uno de los comensales decidió dejar a un lado las buenas maneras a la mesa, y tras levantarse, le pegó un tiro a quemarropa… el problema es que el proyectil no interesó ningún órgano vital, así que asustado por la detonación o indignado por los modales de sus anfitriones, optó poner pies en polvorosa.
Llegados a este punto, y supongo que molestos por el precio de la cena, los aristócratas no se quedaron ni a los postres, y salieron corriendo detrás de Rasputín, hasta darle alcance, y una vez lo tuvieron frente a frente, le dispararon nuevamente, y ciegos de ira, se despacharon a gusto también, sacudiéndole repetidamente en la cabeza a base de palos y patadas.
Lo que quedó de él no era precisamente bonito de ver, así que tras unos instantes de indecisión, finalmente pensaron que lo mejor sería lanzarlo a las gélidas aguas del río Neva, y así lo hicieron.
Cuando le descubrieron, se le realizó la autopsia, y contra todo pronóstico, no había muerto ni envenenado, ni por disparos, ni por la paliza, ni helado, había muerto ahogado, al menos así se desprendía en el informe que indicaba que había agua en sus pulmones.
Si esto no fuera suficiente tormento, añadiré que corrió la voz de que su cuerpo había sido enterrado junto a un pequeño tesoro de oro, lo que unido a la inestabilidad del país, hizo que finalmente se exhumaran sus restos, y terminaran incinerándole, aunque al hacerlo, resultó que el picaro monje tenía amputado su miembro viril, de lo cual era fácil darse cuenta, ya que un órgano superlativo de 26cm como el suyo, deja un vacío nada despreciable.
Nunca se supo si el médico que realizó la autopsia, su hija o una de sus amantes fue el artífice de la mutilación, pero el pene, convenientemente conservado, tras pasar a formar parte del patrimonio de un anticuario de París, finalmente terminó en la consulta de un urólogo y sexólogo en San Petesburgo y actualmente se exhibe en lo que se ha dado en llamar el primer museo erótico de Rusia.
Nota: En 2007 la Comisión Europea autorizó el primer antídoto contra el cianuro, la hidroxocobalamina (Cyanokit) (web http://www.cyanokit.com), y según información a la que ha tenido acceso el que suscribe, dado que tiene un coste tan prohibitivo, el año pasado, únicamente existían dos dosis disponibles en cada uno de los dos grandes hospitales de la isla… así que si te apetece intoxicarte con el humo de un incendio, intenta no ser el quinto.