pies en polvorosa

Los matices de gris son el verdadero color de la vida… que nadie se engañe.

Pocas cosas acaban más rápidamente con la paciencia alguien, que quienes sólo saben escurrir el bulto echándole la culpa a los demás de sus problemas, o quienes se consideran ellos mismos culpables por todo lo que les pasa; esto es particularmente cierto en las rupturas de pareja.

¿Realmente crees que cuando lloriqueas a tus amigos diciendo lo cabrón/a que era tu ex alguien te hace caso?… ¡Nooooooooooooo!, lo que realmente está pensando el otro es:

a) Menudo tostón… no recuerdo cuánto tiempo establece el código de las buenas maneras, antes de mandarle al carajo.
b) Uhmmm, su ex está libre… es el momento de ir a por él/ella.
c) Vaya, está libre y es vulnerable, pongamos el piloto automático y emborrachémosle para ver si por lo menos aguantar este rollo, se compensa con un buen revolcón.
d) Bienvenida/o a tu nueva situación… por cierto, aléjate de mi pareja.
e) Necesitas un psicólogo, un confesor o apuntarte a clases de boxeo… en cualquier caso, olvídate de mi para volver a ir a tomar café hasta que recobres el juicio.

Del mismo modo, la actitud contraria tampoco te va a granjear la simpatía del otro… en cualquier caso, eres un coñazo de la peor especie, ¡espabila!.

La verdad que se esconde tras este rollazo, es que ni tú eres una víctima de tu ex, ni ya se lleva lo de azotarse, o tatuarse la palabra «culpable» en la frente; si eres mayorcito/a como para irte a la cama con alguien, intercambiar fluidos y hasta de reproducirte y traer a este mundo a un ser con tu miserable carga genética, también va siendo hora de que entiendas que los blancos y negros no existen… solo los tonos de gris.

Para ilustrar esta reflexión, uno de esos correos basurilla que me llegan a diario, y que he leído únicamente por venir de quien me lo envió (si tú, pero no abuses o te pondré en mi lista de «ignoradosportocapelotas»).

Querido esposo:

Te escribo esta carta para decirte que he decidido dejarte, por el bien de los dos.

He sido una buena mujer para ti estos siete años, y sin embargo no puedo decir nada bueno que me haya tocado a mi; para colmo de males, estas dos últimas semanas han sido un infierno:

Hoy, tu jefe me llamó para decirme que habías renunciado al trabajo y eso fue lo último que pude soportar.

La semana pasada, viniste a casa y no mencionaste nada acerca de mi corte de pelo, ni del arreglo de mis uñas; cociné tu comida favorita y hasta estrené un nuevo camisón, pero tu, llegaste a casa, cenaste en dos minutos y te fuiste directo a la cama después de ver el partido de fútbol.

Ya nunca me dices que me amas y tan siquiera me acaricias, así que o me estás engañando con otra o ya no me quieres.

De cualquier manera, me quiero ir y te abandono, puedes disponer como mejor te convenga de los bienes gananciales, ya que después de todo… aquí la única que trabaja soy yo.

P.D. No trates de buscarme. Tu hermano y yo nos mudamos a vivir juntos.

Que te vaya bien.

Firmado,
Tu ex-esposa.

************

Querida Ex-esposa:

No sabes que alegría me ha causado recibir tu carta.

Es verdad que tú y yo hemos estado casados 7 años, aunque eso no significa que hayas sido una buena mujer, todo lo contrario.

Verás… yo veo tantos partidos de fútbol, aunque detesto el deporte, para tratar de ahogar el aburrimiento que me causan tus constantes quejas y malas actitudes.

Claro que noté que te habías cortado el pelo y la primera cosa que me vino a la cabeza fue «¡¡¡Joder, si parece un hombre!!!»… pero mi madre me enseñó que si no puedo decir algo bueno de alguien, es mejor no decir nada.

Cuando cocinaste mi plato favorito, debiste haberme confundido con mi hermano, porque yo dejé de comer cerdo hace casi 7 años, cuando tu puñetera manía de dejar la carne semicruda, me costó una infección por trichinella.

Me fui a dormir cuando te pusiste ese camisón, porque la etiqueta con el precio todavía estaba pegada a la prenda y recé pidiendo que fuera coincidencia que mi hermano me pidiese prestados 50 euros esa misma mañana, cuando la etiqueta marcaba 49,99.

No obstante y como todavía te amaba, pensé que aún podíamos resolver lo nuestro así, que cuando descubrí que había sido el único acertante de la loto de diez millones, renuncié a mi trabajo para tener todo el tiempo para ti, y además compré dos billetes para Jamaica, pero cuando llegué a casa, tú ya te habías marchado.

Todo ocurre por una buena razón, eso creo, así que espero que tengas la vida que siempre deseaste y mereces.

P.D. Mi abogado dice que gracias a la carta que me dejaste, no recibirás ni un céntimo, así que cuídate mucho.

Firmado,
¡¡¡Rico y Libre!!!

baile51.gif

Los comentarios están cerrados.

This site is protected by WP-CopyRightPro