una historia de desamor más
Ella era una más, pero en su interior sabía que algo excepcional debería pasar, algo que la sacara de la rutina a la que la expresión de su fenotipo la tenía sometida.
Un día tras otro, se limitaba a su trabajo en algún rincón olvidado del organismo, eso sí, en un trabajo muy especializado, limitándose a dividirse de vez en cuando junto a otros cuantos de cientos de miles de sus semejantes, sin conocer más pena ni gloria, hasta que apareció él….
Mientras se acercaba, ella pensó… es un virus voluptuosamente monocatenario, y él, fijándose a su membrana se dijo… tiene una pared celular resistente a los betalactámicos, así que el virus introdujo lentamente su nucleocápside a través de la doble capa fosfolipídica, y cuando se supo dentro, en un último espasmo, le inoculó su ácido nucléico, mientras ella gemía «lisame, lisameeeeeeeeeeeee»; pero no eran esos los planes… lejos de lisarla, tras sintetizar sus constituyentes estructurales en ella, prefirió la gemación, dejándola sola una vez más, sola, agotada y desprovista de buena parte de sus recursos.
Luego ella hizo repaso de su vida, de todos los procariotas y eucariotas que la habían pretendido y se dijo «los que no pensaban con el núcleo, carecían de él, o tenían una nucleocápside tan pequeña, que ni penetraban mis dos capas fosfolipídicas ¡y eso que es discontinua en algunas partes!»
El resto… son enzimas