cuando sobran las disculpas
Siempre me he tenido por un corredor de fondo con las tías, no soy de explosivas salidas -no se me enamoran a primera vista-, ni particularmente rápido -me tomo mi tiempo para conocerlas-, pero desde que tenía 14 años y pesaba 115 kilos en canal, la vida me enseñó a usar la materia gris para salirme con la mía en cuestión de amorios -la naturaleza es sabia y sabe equilibrar la balanza, aunque en aquellas edades primara lo físico por encima de todo-.
Recuerdo que mi primer objeto de deseo perdía las bragas por un adonis hercúleo, alto, bronceado, de cabellera larga y lisa, y que hasta tenía un nombre fardón, «Billy»… a mi me llevaban los demonios, era imposible competir frente a semejante fuerza de la naturaleza; hasta que un día supe que «Billy» era el diminutivo de «Biliardo», y aprendí que en el fondo, no es oro todo lo que reluce, y que si rascas un poco, definitivamente nadie es tan jodidamente perfecto como aparenta, así que como suele decirse, mal de unos, consuelo de tontos… me relajé y con el tiempo hasta llegué a salir con la chica (aunque esa es otra historia).
Con el paso de los años, la cosa ha mejorado, por un lado yo me he quitado lastres de encima y he procurado seguir cultivando la materia gris, y afortunadamente, las niñas han evolucionado a mujeres, y la balanza entre lo físico y el interior ha ido inclinándose de manera favorable a los que, como yo, no somos guapos al uso, aunque tampoco es que asustemos a los espejos (ya se sabe, para gustos colores).
Podría decir que todo este rollo está relacionado con un amigo/a que se siente rechazado/a… pero no sería sincero, y francamente, para no ser sincero, ni me molestaría en escribir unas líneas en el blog… todo esto va por mi y un poquito por ti, que se que me lees, y únicamente pretende ser mi última declaración de intenciones.
No tienes que disculpar nada (si acaso, no haberte permitido la sencilla licencia de tomarte un café conmigo con el frío que hace); yo tampoco me disculparé por nada de lo escrito, y aunque lamentablemente no he aprendido a usar la opción de guardar los mensajes sms enviados hasta hace uno o dos días, creo recordar que en uno te decía «… porque diciéndotelo, gane o pierda, gano», y con eso me quedo, y eso es lo que quiero que recuerdes.
Mis penitencias en esto de los amores, han sido dos (como todo el mundo imagino), la primera, creer que era amor lo que al final no se tradujo en tal (por mi parte, por la suya o por ambas), la segunda, mantener «relaciones» -nótense las comillas- estando muerto por dentro, es decir, iniciar algo fijando de antemano un límite que, en mi caso, jamás he sobrepasado -llegaré hasta aquí, y de aquí no pasaré-… y así no funcionan las cosas, ya que las relaciones, como todo lo que implica a las personas, evolucionan y no vale de nada firmar un contrato previo indicando unas cláusulas restrictivas de obligado cumplimiento.
Con esto no quiero decir que haya que ir a saco, no es eso, simplemente quiero decir que si uno espera que surja algo verdaderamente especial, hay que ir sin condiciones previas, si se quiere con cierta cautela, pero desde luego, sin poner fecha de caducidad o decidiendo que sólo se llegará hasta determinado punto.. eso hay que dejar que vaya surgiendo de manera natural… y si sale bien bien, y si no, pues también, el tiempo lo dirá.
¡menudo rollo!… termino
No estoy molesto, acaso un poco tristón por lo que pudo haber sido y no fue, acaso con la curiosidad insatisfecha del que cree que por fin ha encontrado a alguien con quien dar unos pasitos en la buena dirección, pero ni yo puedo forzar las situaciones, ni me apetece insistir según mi costumbre, ni creo que sea tu momento, ni posiblemente sea el mio con tanto lio de exámenes y proyectos de futuro en el aire, así que volviendo a mi frase anterior, solo me queda agradecerte que hayas sido la involuntaria protagonista de unos días de intensa emoción, y que aunque hoy siento que he perdido… únicamente por volver a sentir ese cosquillero revolviéndome las tripas… ya he ganado.
Un beso y que se cumplan todos tus deseos.
PD. El examen, en la línea de los de ética, un regalo 😉