8 horas para…

Siempre he sido bastante adicto al trabajo; el trabajo o los estudios eran los refugios perfectos en muchos momentos de crisis personal, pero como cuando era niño y admiraba el torso peludo de mi padre deseando ser como él (y bastantes zurras me llevé cuando me pillaban con la cara llena de espuma intentando afeitarme), parece que de tanto abusar, ahora sí que no tengo tiempo para mi vida personal -y me he ganado un manto piloso que es lo menos metrosexual que imaginarse pueda-.

Ahora miro a mi alrededor, y me parece que si hay una profesión que se pueda definir bajo el paraguas de la soledad es esta. No tengo claro si son los turnos cambiantes, la naturaleza personal de quienes deciden optar por ella, la dedicación que requiere, las penas y las alegrías en un interminable tiovivo emocional…, así que me pregunto (conociéndome), qué será de mi cuando todo esto termine… solo quisiera tener lo justo para vivir razonablemente bien y un poco más, y el tiempo libre y la compañía adecuada para poder disfrutarlo.

El sufrimiento es racional aunque no sea inteligente, induce a la parálisis, es estruendoso, exhibicionista, quiere permanecer y necesita testigos.
El dolor en cambio es silencioso , solitario, implica aceptación, estar en contacto con lo que sentimos, con la carencia y con el vacío que dejó lo ausente.
El sufrimiento pregunta por qué aunque sabe que ninguna respuesta lo conformará, para el dolor en cambio se acabaron las preguntas.
El dolor siempre tiene un final, en cambio el sufrimiento podría no terminar nunca.

Los comentarios están cerrados.

This site is protected by WP-CopyRightPro