4 horas más…
Es curioso, comentaba el otro día con alguien la poca importancia que actualmente le doy a las notas… no es que no me guste sacar una buena nota, es que sencillamente no es algo que me emocione particularmente; como decía un amigo el otro día, «un cinco me sabe a diez».
Hoy varios compis me han felicitado al volver a cambiarme al vestuario… he sacado un 10 en un examen (ética profesional)… es una cuatrimestral muy muy accesible, si hay que buscarle un mérito, éste radica en que el profesor dijo en dos ocasiones que él nunca ponía 10, que un 9 era su nota máxima, pero al parecer otra chica y yo hemos roto esa norma.
Poco más que comentar, al volver a casa, me he dado cuenta de que me he dejado el móvil en el vestuario, así que estoy incomunicado (literalmente), y que mañana me esperan 4 horitas de planta y ¡vacaciones!
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Relato a la velocidad del rayo:
Como cada día, Sergio dejaba puntual su carta de amor para Elsa en su buzón.
A Sergio se le antojaba imposible enfrentarse cara a cara con el fruto de sus desvarios, así que había decidido ir escribiendo todo lo que se le pasaba por la cabeza, e ir dejándole en el buzón todas las cartas… «Elsa», solo evocar su nombre le arrancaba una sonrisa, y es que aunque fuera una locura, cada día en la oficina tenía que hacer grandes esfuerzos para no empezar a fabular imaginándose en mil situaciones distintas con ella, paseando agarrados de la mano, intercambiando silencios y miradas elocuentes sentaditos en cualquier sitio, oyéndola contarle sus cosas y pensando que jamás había visto unos labios tan bien diseñados para sonreír, o simplemente recordando ese rostro que no dejaba de ver en todas partes…
… y esa mañana a Sergio casi le da un vuelco el corazón cuando al ir al buzón, después de tomar las precauciones habituales, encontró un sobre pegado en el mismo, con un «al anónimo» escrito con una pulcra letra femenina, así que presa de los nervios lo abrió con mucho cuidado por un lateral, temiendo que al rasgar el sobre pudiera romper algo importante de su contenido… «Querido anónimo, tus cartas me han gustado mucho, pero me parece que te has equivocado de Elsa, algo me dice que la destinataria es Elsa, la chica del 8ºA y yo soy la Elsa del 3ºB. Un abrazo y mucha suerte».
… ahora, que cada uno imagine su propio final.