se me pega

la mala leche, lo noto, y no me gusta.

Todas las personas tenemos nuestro demonio particular, y yo no soy una excepción. A mi demonio me ha costado media vida «domesticarlo», pero en determinadas ocasiones, particularmente cuando estoy en un nivel de estrés máximo, asoma las garras, y hay veces que cuando me doy cuenta y vuelvo a cerrar la puerta de la jaula, el mal ya está hecho…

Eso me sucedió el domingo, cuando estaba en una terraza con dos amigos, mientras observaba a un hombre mayor, de unos 70 años, con tos perruna y tirando de cigarrito, mientras hablaba con una chica de otra mesa, Síndrome de Down, que le preguntaba si «estaba acatarrado», ya que el hombre no dejaba de toser y toser lastimosamente sin parar.

El caso es que él le decía que le habían dicho que tenía «noseque en los pulmones ostructivo», pero que eso debía ser una trola, ya que llevaba así como 20 años, y que de hecho fumaba desde hacía más de 40 años (añadió que en sus mejores tiempos hasta 4 cajetillas ¿¿??)… una negación como una casa, vamos.

Pasaron los minutos y el hombre se acerca a mi mesa para pedirme un cigarrillo, y en vez de callarme y dárselo, que es lo que debería hacer, no se me ocurre más que decirle «¿le suena la palabra EPOC?»… él asiente mientras saca el cigarro de la caja, e insiste en que lleva mucho tiempo con eso, y que lo del tabaco son tonterías y toda su negación; así que capullo de mi, totalmente fuera de contexto, sin que nadie me invitara y encima enarbolando mi propio cigarrillo, no se me ocurre otra cosa más que darle una lección magistral, explicándole el significado del término, añadiendo que la «C» es de «crónica», que por eso llevaba 20 años diagnosticado, y que además de ser algo muy serio, se agravaba con cada cigarrillo.

Y digo que todo esto ha sido fuera de contexto y digo que soy una mala bestia, y digo que tengo que sacudirme a toda costa ese sentimiento de paternalismo más propio de «Diostor» que de persona cabal, porque debí imaginar que acto seguido, el tipo lejos de asentir consternado, hacer acto de constricción y agradecer la gratuita e innecesaria charla, volvió a la carga con su negación, lo que me enojó primero, y luego, cuando apostilló «total, esto no me va a matar», me hizo bajar la guardia y sacar a la bestia.

Le contesté con un irónico «este quizás no, pero que se retorcerá por conseguir arañar una bocanada de aire que no logrará llevar a sus pulmones hasta que, llegado ese día, morirá asfixiado… eso es seguro», y como mi bestia lo es en grado mayúsculo, lo rematé con un «¿le doy fuego o tiene mechero?», todo lo cual hizo que mis acompañantes se taparan la boca de la risa… pero desde que la última sílaba salió de mi boca, yo ya sabía que el recuerdo de esa charla me acompañaría mucho tiempo, y no a modo de anécdota graciosa, sino como una acción vergonzosa de la que habría de arrepentirme.

Lo reconozco, siempre me ha molestado el rollo paternalista de la práctica, siempre he creido (y creo firmemente), que inspirar miedo es el último recurso a utilizar, y únicamente en dosis muy controladas, cuando el otro carece de la más mínima percepción de peligro… pero joder, no he nacido ayer… tendría que haber sabido controlarme y no volcar mi frustración como lo hice.

Bien, quede constancia de ello, aquí lo dejo escrito, con el firme propósito de no volver a dejarme llevar; no hablamos de razones, sino de resultados, debería haber estado por encima de la situación.

pared21

La próxima vez, debería quejarme de que nos convoquen a un seminario un sábado, y nos tengan esperando una hora, hasta que nos dicen que seguridad no tiene constancia de que se tenga que abrir la escuela, y nos tengamos que volver a casa y recuperar el día más adelante… que nos citen a las 15,30 para un seminario, que éste empiece casi 45 minutos tarde, y que yo me pierda la cita del dentista que tenía concertada hace dos meses… que vayamos a un examen a la hora convenida, el responsable llegue más de media hora tarde, y encima nos reste el tiempo… que se nos insista en que es una buena práctica higiénico-sanitaria fomentar entre nuestros pacientes lavarse las manos antes y después de orinar, y que deberíamos practicar con el ejemplo, y que nunca nunca nunca haya ni jabón ni papel para secarse las manos en nuestro baño… etc etc etc


Ironic – Sarah Whitfield

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