Archivo de la categoría ‘Reflexiones’
librosssssssssssss
ahora solo falta disponer del tiempo…
Hoy han llegado los libros que me envió M (graciassssssssss aún sigo dando brinquillos de alegría):
- Técnicas y procedimientos de enfermería (Inés Carmen Glez. Gómez / Angustias Herrero Alarcón), DAE -Difusión Avances de Enfermería-.
- Control de síntomas en pacientes con cáncer avanzado y terminal (J. Porta / X. Gómez Batiste / A. Tuca), ARAN (2ª Ed.)
- Manual de Diagnóstico y Terapéutica Médica (Hospital Universitario 12 de octubre), MSD 4ª Ed.
El último, un clásico de consulta obligatoria, los otros dos, dos verdaderas joyas que incorporo a mi cada vez más extensa colección en papel.
¡que ganas tengo de tener un poco de tiempo para hincarles el diente!.
Ya andaba yo con la mosca detrás de la oreja, por el retraso en la entrega, así que hoy, al ver el aviso y como tenía que pasar por la dulcería para pillar unas chuches para la despedida de la planta de mañana… y por mucho que NO ENTREGAN paquetes con aviso hasta pasadas 24 horas del mismo, puse cara de Diostor y con todo el morro me planté en la oficina y le dije a la de la ventanilla «es necesario recoger unos manuales de diagnóstico clínico hoy mismo si es posible», así que la buena mujer me miró de arriba abajo, y no se si tendrá a alguien ingresado o pensaría «buf, este juega con agujas y una ya tiene su edad…», porque sin una queja se marchó y volvió con el paquetillo. Después de todo, esta jeta de tio serio y las patillas canosas, van a servir de algo de vez en cuando…
Ahora un regalillo para todos, AQUÍ podéis descargar un programilla que os permitirá escuchar gratuitamente música… mucha, muchísima, TODA la música que queráis, a una velocidad increible tanto, que parece que reproducís una canción desde el propio PC, y al precio que a todos nos gusta 😉 así que ya lo sabéis, ponéis el nombre de la canción, y os saldrán todas las versiones que hay sobre ella y simplemente… a disfrutar… después de probarlo puedo daros el siguiente consejo para liberar espacio en vuestro disco duro… arrastrad la carpeta MÚSICA a la papelera de reciclaje.
Y a todo esto, y pese al examen de mañana, también es el último día de las prácticas, y encima el lunes es fiestuki, definitivamente hoy es un happy day
Hoy va por los compañeros, a los que hoy les ha tocado ser blanco de las ironías despectivas.
POLÍTICAMENTE CORRECTO
- «Ella es así»
LO QUE DE VERDAD HABRÍA QUE DECIRTE
- Tú no tienes carácter, tú eres una maleducada, no confundas los términos; y tampoco eres la única sometida a presión en la planta, el resto va igual de sobrecargado y no se escuda en su trabajo para reafirmarse a costa de los demás.
- Tú no deberías tener alumnos a tu cargo, eres una tirana sin las más mínimas dotes para la docencia, y confundes nuevamente la sumisión del que se sabe vulnerable, con el respeto que se gana siendo firme, pero justo.
- Flaco favor te hacen quienes te critican cuando no estás, pero te ríen las gracias cuando sacas a relucir lo peor de ti… así no aprenderás nunca a ser ni mejor persona, ni mejor profesional (y ambas cosas, en esta profesión, van unidas).
- Me das lástima, cualquiera de los compañeros que están conmigo te dan mil vueltas como personas y como futuros enfermeros, de lo primero, no cabe la menor duda, de lo segundo, dales tiempo… y por cierto, espero que no caigas en el error de pensar que en ello has marcado ninguna diferencia, ni de atribuirte ningún mérito
Lo se… debo meterme en mis asuntos… ¡pero me jode!.
Menos mal que uno es políticamente correcto, que sino…
Y con esta alegre reflexión, me voy a la cama a estudiar.
camino
Hace una semana o dos, recomendé, sin haberla visto, una película para un blog de cuidados paliativos, «camino«, basada en la historia real de Alexia González Barros, fallecida en Pamplona en 1985 y actualmente en proceso de beatificación.
No me gusta recomendar algo sin verlo, así que anoche la bajé y hoy he tenido ocasión de hacerlo… no se muy bien qué decir. Reconozco que me ha costado llegar al final… me siento muy identificado por el asunto que se trata (la muerte, el cáncer), y el ambiente religioso opresivo que rodea a la protagonista, una niña de once años.
Me ha costado mucho terminar de verla, es verdad, he visto reflejada en la película a mi propia familia, las verdades a medias, las cartas que no llegan, el no permitirse quejarse cuando duele, el ver en todo lo malo un regalo de Dios… y al final y pese a todo, pese a la permanente negación del amor, este se abre camino no se sabe cómo, y es que quizás estamos tan jodidamente ciegos, que no vemos que ahí está nuestra verdadera salvación, lo que nos hace mejores, libres e inmortales y el verdadero pecado es ver pecado en ello.
A pesar de mi permanente conflicto con estos temas, una película discreta, elegante, respetuosa y que, aunque ha generado polémica entre la familia y el Opus Dei, yo aplaudo tanto por el enfoque como por la dirección de Javier Fesser.
Ojalá todo fuera tan sencillo como lo es el mundo visto con los ojos de un niño, ojalá no hicieran falta las religiones, ojalá quede en todos nosotros, un resquicio de la pureza que alguna vez tuvimos.
diario de bitácora
ayer fue el examen de farma, no comenté nada por dos razones, la primera de ellas, es que tenía que ponerme al día con las horas de sueño pendientes, la segunda, que como de costumbre… me cuesta y no me gusta adelantar acontecimientos, aunque tengo la sensación de que no lo voy a aprobar, y la sensación es peor, puesto que me da en la nariz que va a ser por muy poco… pero ya veremos cuando pongan las notas.
Hoy la sorpresa ha sido que falleció mi paciente, con lo que voy a tener que ir buscándome otro para el plan de cuidados, además de que, al parecer, el personal ya tiene la suficiente confianza conmigo como para haberme abordado hoy para preguntarme sobre el incidente del primer día de prácticas… un tanto molesto, la verdad, era algo que ya estaba en el olvido, y me parece mentira que estas tonterías trasciendan tanto (particularmente cuando siento que de alguna manera, se critica a la otra parte instrumentalizándome a mi)… enfins, pelillos a la mar.
Por último, comentar que por primera vez en todas las prácticas, he conocido, aunque sea superficialmente, lo que es el acoso al personal sanitario… y no me refiero a un golpe (algún manotazo o patada más o menos intencionada ya me he llevado, pero siempre de pacientes agitados), un mordisco (suerte que la abuelilla mordió con la encía, porque no tenía la dentadura postiza), o la mala baba de pacientes con tumores del lóbulo frontal, síndrome de abstinencia y similares… siempre actitudes atribuibles al estado del paciente o «gajes del oficio»; hoy el caso se ha dado con un paciente aislado respiratoriamente, que ingresó hace poco, y ya ha conseguido sacar de quicio al personal con su desfachatez, sus malos modos y su lenguaje hiriente, hasta el punto de que hoy se creó un momento de tensión, cuando tras acabar con la paciencia de la auxiliar, y de la limpiadora, poniendo toda clase de impedimentos a su trabajo, incluyendo su negativa a ducharse, pretendía salir de la habitación y, cuando se le explica con toda la diplomacia del mundo que no puede hacerlo ya que está aislado y pondría en riesgo al resto de los pacientes de la planta, adopta una actitud chulesca y camorrista, que hizo necesaria la intervención de la supervisora de la planta… me pregunto qué habrá pasado (ocurrió justo antes de irme de la planta), si será valorado por psiquiatría, o qué medidas cabría adoptar en casos similares, cuando la seguridad del resto, depende de alguien que no solo no colabora, sino que amenaza directamente y de manera consciente, con usar la violencia física para alcanzar sus objetivos.
insomnio ¿se nota?… pues tochazo al canto
Hola, mi nombre es Julián, y voy a morir hoy… lo se, lo siento en los huesos, que hoy por hoy, es lo que más destaca de mi anatomía sobre la pulcra sábana blanca.
Lo se, porque he luchado y he ganado, porque la muerte ya no me asusta, porque se que ha llegado el momento de dar otro paso que, como en casi todo lo verdaderamente importante en la vida, no sabes a dónde te conducirá, y te inspira un cierto temor… pero esta vez, a diferencia de otras muchas, no estoy solo, y el amor de los que me rodean me desgarra el corazón de ternura y me insufla un valor y una determinación que, viéndome, nadie diría que poseo.
Recuerdo como si fuera ayer, cuando comencé la aventura de la enfermería e incluso antes, cuando una enfermera me decía «jamás serás un buen enfermero»; recuerdo mis prácticas y mis proyectos, y a la gente de mi alrededor «harás un buen enfermero de urgencias o de primaria, pero no te veo en planta» o «serás un buen enfermero allá donde vayas»… yo lo vivía todo como si me fuera ajeno… la verdad es que en aquel entonces el tiempo ya me había enseñado que las palabras que hieren, las que ensalzan o la indiferencia, no son más que el fruto del rencor, del optimismo o de esa manía que tenemos todos de etiquetar y dar consejos… cuando es el tiempo y la propia actitud, los que dictan las hojas de un diario que comenzamos siempre en blanco y nunca sabemos cómo acabará.
Sigo repasando rápidamente mi vida, y casi me resulta tan simple todo, que me arranca una sonrisa… bien o mal, todo se ha desarrollado como cabría esperar, aunque he sido muy afortunado. Nací en el primer mundo, y aunque mi adolescencia fue, como mi parto, un alumbramiento un tanto dramático, casi nunca pasé necesidades, al menos no esa clase de necesidad que atenaza las tripas y te muerde las entrañas… aprendiendo a amar, me hice e hice daño, y aún hoy, sigo aprendiendo cómo se hace, y dando pasos torpes en la buena y la mala dirección, pero en conclusión he amado y he sido correspondido, así que he conocido el que posiblemente sea el mejor regalo sobre la tierra.
En este momento entra mi doctora y la enfermera… no interrumpen del todo mis reflexiones, ellas son parte de mi historia, y ahora yo soy más protagonista que nunca. Mientras que la una se afana en cambiarme el suero, la otra se ha sentado en el borde de la cama, me mira y me pregunta qué tal estoy… buffff, ahora comprendo esas películas en las que el soldadito se enamora de su ángel de la guarda, me parecen tan jóvenes y tan guapas, aunque quizás de calle hubieran parecido anónimas o transparentes… me miran, y sobre todo destaco eso de ellas, sus ojos… han visto tanto como los míos, pero las mujeres tienen esa rara cualidad de sonreír con ellos antes de que el gesto llegue tan siquiera a insinuarse en sus labios… sonríen con los ojos, y se que me ven por dentro, eso me conforta, no soy solo un número de cama, no han tenido que preguntar un segundo antes en el control por mi nombre para repetirlo una y otra vez como si me conocieran de toda la vida.
He ingresado varias veces en el último año, así que me conocen y, además, hace mucho tiempo que soy «de la casa», como al personal del hospital nos gusta decir, y aunque llevo casi la mitad de mi vida cuidando y enseñando a cuidar, se que hoy me toca impartir la última y más importante lección de todas, enseñar a mis compañeros a asistirme al morir y a crecer como personas.
No se muy bien cuándo decidí que me gustaría trabajar en paliativos; posiblemente fuera el fruto de la influencia de una enfermera que transmitía pasión al hablar de las historias de sus pacientes terminales lo que me picó la curiosidad y me hizo dar un paso en ese mundo en el que nadie quiere entrar… ¿pero cómo puedes ir a trabajar sabiendo que todos o casi todos tus pacientes lejos de salir por su propio pie lo harán con los pies por delante? ¿no quema? ¡quita quita!… y precisamente esa actitud, ese miedo que en el fondo todos sentimos ante la certeza de que moriremos, me hizo ver durante las prácticas, que a la muerte rodean una serie de signos que van más allá de los físicos del propio paciente.
Los enfermos crónicos solían apagarse poco a poco, hasta que un día, los estertores presagiaban el final inminente… es esa respiración entrecortada, ese sonido tan particular que empezaba a inquietar al personal ante la inminencia de lo inevitable (que no sea en mi turno por Dios)… pero si observabas con atención, ya notabas cómo la puerta de la habitación permanecía siempre cerrada, cómo el personal entraba solo para lo imprescindible, cómo el médico, si podía, delegaba en el residente o pautaba desde la puerta dando únicamente un rápido vistazo al interior de una habitación en penumbra.
Porque la muerte, se interpreta como un fracaso, el fracaso de la medicina, el fracaso personal, la oportunidad perdida de sanar, el molesto recordatorio de que todos nos vamos de este mundo… y no como lo que es, parte misma de la vida; pero somos humanos, y eso nos hace débiles o muy fuertes, únicamente hay que aprender a sacar fuerzas de la flaqueza, y darle la vuelta a la situación.
Hoy voy a morir, lo se, lo siento en los huesos, pero aunque tengo días mejores y días peores, no me ahogo con mis flemas, no tengo estertores, se han hecho bien los deberes, y por no tener, no tengo ni una UPP … y ayer fue un buen día, me levanté al baño sin ese dolor punzante en el pecho, tomé un rato el sol en la sala de visitas (bonitas vistas al mar por cierto)… y hasta me permití comerme un poco de ese estofado que tanto me gusta y que a alguien se le ocurrió traerme en un tapper… y lo disfruté, no como la última cena del condenado a muerte, sino con el placer del que reencuentra un sabor familiar y mira con ojillos de «joder, que bueno está esto, espero que en el cielo sepan cocinar como los ángeles, porque el pabellón está muy alto».
No estoy en mi casa, pero podría haberlo estado, al fin y al cabo hace años que hay un buen equipo de primaria dedicado a los cuidados paliativos… han sido las circunstancias, porque afortunadamente fuera y (naturalmente) dentro del ámbito del hospital, hace ya tiempo que se entendió que no hay mayor indignidad, que morir con dolor, o con la puerta cerrada… y yo participé del cambio, y ahora disfruto de la recompensa… ni más ni menos que el resto.
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Hoy, aunque suene MORBOSO, no hago planes para vivir, plasmo en el papel cómo me gustaría morir, ojalá que algún día sea una realidad generalizada.
Este texto va dedicado a todos los facultativos a los que he visto enfrentarse a las decisiones de sus jefes jerárquicos, y que ganaran o perdieran la batalla… la dieron. También se lo dedico a todos los enfermeros que supieron llevar su vocación más allá de la comodidad de limitarse a acatar una orden médica, y que lejos de pensar «si yo fuera médico…» entendieron que eran lo que siempre quisieron ser, y persiguieron el mejor interés de sus pacientes. A todos ellos, a los que desterraron el concepto «placebo» de su práctica profesional. A los que asumieron que cuando un paciente dice «me duele», es que le duele. A los que entendieron que la morfina no es sinónimo de eutanasia, y siguieron formándose para aprender a dominar el arte del control de síntomas. A los que atendieron a los demás como quisieran ser atendidos ellos o se atendiera a sus seres más queridos… recordad, aún hay mucha batalla que dar, pero alguien debe darla… y la ganaremos.
deliciosamente cansado
creo que si al llegar a casa, en vez de ponerme a estudiar me hubiera tumbado en la cama, me habría quedado sopa.
Hoy todo muy bien, en vez de andar todo el día corriendo detrás de la enfermera, nos hemos coordinado y se ha sacado el trabajo, aún cuando la planta se complicó bastante.
Dos de los pacientes que ayer estaban muy mal fallecieron anoche, el uno a las 10 y el otro a las 10,30, y un tercero, que nos ha mantenido en vilo toda la mañana, no se si aguantará otras 24 horas… su compañero de habitación, también está en una situación bastante lamentable, con una sudoración profusa y unas hipoglucemias casi incompatibles con la vida, y entre delirios, repetía la frase que más he escuchado a los pacientes que están en las últimas «Ay Dios», se conforman con eso, repitiéndolo con cada respiración, como un mantra, y mientras tanto, al hacerle la cura de sus úlceras vasculares, yo pensaba que en cualquier momento, al poner la gasa entre los dedos de los pies, me podría quedar con alguno de ellos en la mano, tal era su estado de momificación, y no podía dejar de darle vueltas a que no hay mayor indignidad que morir padeciendo un dolor tan atroz.
Este año los Reyes no me han traído nada… bien es cierto que tampoco lo pedí, así que lo hago ahora:
Que el sufrimiento del otro nunca me sea ajeno.
Que en mi mano siempre esté la posibilidad de dar un poco de alivio.
Que cuando me llegue el momento, sepa que he vivido mi vida mucho y bien.
segundas, terceras y más oportunidades
Hoy, tras incorporarme a la nueva planta, primer incidente… al tener que administrar una cantidad inusualmente alta (brutalmente alta) de insulina a un paciente, vuelvo al control a revisar la pauta en el libro de medicación, la enfermera a la que estoy asignado me ve, me pregunta que qué hago, le comento que como nunca he puesto tantísima cantidad había vuelto para asegurarme, y me temo que ha percibido el tema como que la cuestioné, con lo que ha estado gélida el resto de la mañana. Al irnos, le he comentado que si se ha sentido ofendida no era mi intención, que al igual que yo no soy de sacar conclusiones a las primeras de cambio, me juzgue pasado un tiempo, y que mañana será otro día, y parece que mis palabras fueron como un bálsamo.
Algún día me gustaría hacer un estudio sobre las percepciones de profesionales y alumnos, para averiguar dónde está el problema; no se si las cargas de trabajo son demasiadas para encima «aguantar a los de prácticas» , si en nuestra dignísima escuela se da tanto látigo que cuando uno termina se inclina a dar lo mismo que recibió, si es una defensa emocional frente a lo que se entiende una agresión, si en ocasiones tendemos al narcisismo, o simplemente se trata de un mal día.
El caso es que analizar todo esto desde la comodidad de la distancia, daría mucho juego y resultaría saludable para ambas partes, pero cuando una de las partes eres tú, e intentas no meter la pata cuando te saltan todas las alarmas, lo que menos esperas y/o deseas, es generar una respuesta contraria a tus intereses, que no son ni más ni menos, que el aprender, aprovechar el tiempo para que cuando seas tú el que tome las decisiones, no metas la pata, el mantener una actitud crítica/constructiva, y el mejor beneficio para el paciente y el servicio en el que estás destinado.
Bueno, pues dejo constancia escrita sin más ánimo que el de recordar que algún día, seré yo el que deberá demostrar que el concepto empatía es algo más que algo bonito que se estudia en la carrera.
De resto, poco que decir, una planta donde hay mucho trabajo, y los pacientes están, en una proporción bastante alta, fastidiadísimos; creo que después de todo, las grandes lecciones de la vida nos las da el sufrimiento, tanto el propio como el ajeno, así que personalmente me servirá para valorar más si cabe mi propia existencia; nadie en su sano juicio puede estar rodeado de tanto dolor, y no dar gracias cada día por un nuevo amanecer.
En otro orden de cosas, hemos tenido el examen de Inglés… si no fuera por mi patético nivel, diría que ha sido un regalito, así que confio en que fruto de «la inspiración» (¡gracias inspiración!) 😉 y de la falta de maldad docente, pueda verme libre aunque sea de un cuatrimestre de la dichosa lengua de Sheaskepeare, aunque ya tengo la vista puesta en el día 20, en el temido examen de Farma; las notas del último examen de antes de las Navidades, el de Médico, aún no están puestas.
Mi momento cine de ayer fue con la película «Cuando ella me encontró», una trajicomedia judía con una curiosa declaración de amor… ella espera a su ex-novio por fuera de la casa de éste, después de muchos problemas, dramas personales y una infidelidad, y la conversación discurre más o menos así:
el: (llegando con el coche) hola, qué tal
ella: gracias por verme.
el: estás entre mi puerta y yo, así que… es lo único que puedo hacer… ya me enteré de lo que pasó, siento haberle llamado maldito (se refiere al feto que ella perdió)
ella: al parecer lo estaba… te echo de menos… ¿y tú a mi?
el: ¿qué quieres April?
ella: quiero mirarte… durante mucho tiempo
el: ¿y qué más?
ella: existe la posibilidad de que mi vida cambie en unas horas, puede que no… o si, y antes quiero decirte dos cosas. Se lo que hice mal… a ti en particular… fui la peor de las pesadillas ¿verdad?… lo supe, incluso en ese momento
el: ¿qué más?
ella: lo volveré a hacer, lo haré, te haré daño sin parar… no así… tendrías que dejarme si te hiciera daño así… ¿si estuviéramos juntos me dejarías si lo volviera a hacer verdad?
el: si, te dejaría
ella: bien… pero te haré daño de otras formas, no será mi intención pero lo haré… y aveces si será mi intención
el: menuda oferta me haces
ella: y tú me harás daño a mi… me harás daño y seguramente cambiarás… quizás hasta me dejes después de prometerme que no lo harías
el: imposible
ella: no lo sabes
el: no lo haría
ella: … pero puedes cambiar
el: si, supongo
ella: ¿entonces?
el: ay Dios
ella: lo se, lo siento… ¿entonces?
…
La película es intensa, el guión escrito sin un ápice de dulzonas concesiones al romanticismo barato, jodidamente dura y deliciosamente tierna… como la vida misma. Los personajes son humanos, torpes y a la vez, maravillosos, os la recomiendo.
P.D. ADORO mi futura profesión, nunca me he sentido más vivo.
q asco de sábado
andaba yo hoy como acostumbro perdiendo invirtiendo el tiempo en mis cosas, cuando me topé con un curioso spot de televisión reclamando la abstinencia sexual.
Para que luego digan que las clases de Ética profesional no valen para nada (yo sigo defendiendo mi 10, que para algo si que cuenta en los baremos, a diferencia de otras asignaturas como el inglés, cuya nota no puntúa, ejem ejem-).
Total, que como no hablamos de educación sexual ni de prevención ni de poner los pies en el suelo, me he decidido a contraatacar, eso sí, con otro spot con un aire marcadamente gay, pero es que para estas cosas de enfrentarse a lo políticamente correcto y a los prejuicios, tienen lo que hay que tener.
Y no termino sin que sepáis que en esto de la abstinencia, también las gentes de «con pelos en la lengua«, tienen algo que decir; por lo que a mi respecta, lo único que tengo que añadir es que esta serie, nacida para internet, tardará poco en verse en TV, una muestra más de que con poco dinero se puede hacer casi cualquier cosa. Ale, ya estáis tirando de enlace para que conozcáis a los tres personajes, Marcos, Cris y Pablo, cada uno con sus problemas y sus vivencias con respecto al tema del sexo.
Enfins, que un saludo a todo el que me lee, que ayer estuve mirando las estadísticas, y aunque forzosamente silenciosos por el veto a los comentarios, no he podido dejar se sorprenderme por el número de visitas (y a acojonarme un poco también, para qué vamos a andarnos con rodeos)… no lo puedo evitar, en el fondo soy un exhibicionista algo cobarde.
Tristemente el Hospital 12 de octubre de Madrid no es únicamente noticia por la buena labor de su personal y la edición de obras tan notables como su célebre manual de medicina interna -un imprescindible para residentes y personal sanitario, que puede consultarse y bajarse de aquí-… hoy, al parecer, han asesinado en la 5ª planta a un narcotraficante, pegándole 4 tiros a bocajarro, delante del acompañante del paciente, y para horror de la enfermera que, alertada por el ruido, fue corriendo a la habitación y se encontró con el panorama.
La verdad es que visto lo visto, sabes cuándo y cómo empiezas el turno, pero no en qué condiciones… o si lo acabarás.
Para más información
esperando al día 12
Hace muchos muchos años, competí por el amor de una mujer frente a su amor platónico de parte del instituto y sus tres primeros años de carrera, hace unos cuantos años, cuando otra de mis pocas pero largas relaciones aún no estaba del todo definida, la chica me apareció por casa con un ramo de flores de otro de sus pretendientes (creo que miré mil veces el ramo preguntándome si debería tirarlo por la ventana o hacerme una ensalada con él) y hoy en día… estoy deseando que empiecen de nuevo las clases.
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado.
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.
Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.
Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido…
vive de lo que tiene sepultado
Francisco Luis Bernárdez
P.D. Gracias repli, más que una fuente de inspiración, hay veces que pareces sintonizar directamente.