Archivo de la categoría ‘Reflexiones’

finde intensivo

son las 8 y pico, y he logrado poner al día los apuntes, adelantar un poco el dichoso portafolio (y no, ni me miró la autoevaluación), y ahora me propongo ponerme a estudiar farma, que el profe ya nos ha pasado el tocho prometido que no dará tiempo a ver en clase, pero que sí será objeto de examen.

La chuletada prevista para mañana (a la que yo no pensaba ir, por mucho que me apetecía), ha sido anulada, al parecer solo un alma cándida se animó… y es que no está el horno para bollos.

¡cuanto daño hicieron en mi inmaduro cerebro años y años de películas americanas sobre despreocupados, alegres y folleteriles universitarios!… lo que yo percibo se parece más a esto…

… por lo menos bailan con ritmo, eso sí.

a la camita

Como un amigo hoy me ha tirado la bronca porque dice que solo vivo para el blog y para la carrera… y como realmente estoy que no puedo, me limito a la cancioncilla.

Lástima, hubiera preferido la versión de Billy Bragg en vez de esta, pero no todo va a ser siempre al gusto de uno… por cierto, mañana le llevo el portafolios a revisión a la profa, incluyendo mi autoevaluación, ya veremos lo que pasa


California Stars – Wilco

Autoevaluación

Hoy hemos tenido la primera revision del Portafolio, y he llevado parte de lo que tengo preparado, para consultar algunas dudas con la profesora.

Esta tarde, intentando adelantar un poco y dado que mi vida social (en toda su extensión) es equiparable a la de una ameba, me he vuelto a poner con él, para luego poder empezar a estudiar Farma.

Una de las partes que más conflicto me generan en los trabajos y en la evaluación de las prácticas, es la AUTOEVALUACIÓN, así que he dispuesto mi autoevaluación (o mi suicidio), de esta guisa, tal y como se lo presentaré a la responsable de la asignatura al finalizar el portafolios… que los hados me sean propicios…

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Autoevaluación

Peliagudo tema el de la autoevaluación, en mi caso, pedir que me autoevalúe es tan indiscreto como pedirle a una dama que revele su verdadera edad, salvo que sea en un contexto clínico, y aún así, cabría esperar un desviación de +-10 años, dependiendo de la calidad de los autocuidados y coquetería de la susodicha.

Faltando a mis principios, en la última evaluación de las prácticas, por el respeto y consideración que le tengo a una compañera del departamento de MQ, y tras dejar constancia de que a mi juicio una autoevaluación alta únicamente expresa un ego excesivo, mientras que una baja pone de manifiesto una clara falta de autoestima, me incliné por salvar la situación optando por el término medio, en el que “dicen por ahí”, reside la virtud; pero como tras meditarlo largo tiempo, creo que los principios, que no la conducta, son pilares básicos de mi personalidad, y haciendo buena esa idea de que cuantos más años cumplimos, más inflexibles podemos llegar a ser, he decidido retomar mi anterior postura, y dejar al buen criterio docente tanto el juicio del trabajo, como el que seguramente acompañará a la lectura de este apartado.

Sirva como precedente que el año pasado, coincidiendo con que tras un momento de crisis personal andaba yo elaborando una lista sobre las razones por las que estudiaba enfermería, una profesora de primero, en entrevista personal, me preguntó cuál era la razón por la que yo lo hacía (estudiar enfermería)… recuerdo que contesté que esa pregunta tenía más sentido en el contexto de dos amigos tomando un café, pero fiel a mis principios y por no herir susceptibilidades, se me ocurrió decirle que le contestaría si me facilitaba un número del 1 al 40… afortunadamente dijo “el 7” y tras consultar mi lista le respondí “porque fue una revelación y me sabía mal no hacerle caso”, y digo afortunadamente, porque las tenía menos políticamente correctas.

Todo lo expuesto, viniendo de un hombre cuya abuela perdió su registro de nacimiento durante un lamentable bombardeo en el 37, guardó desde entonces para si con celo el secreto de su edad, y muchos años después estuvo apunto de ser condenada por desacato en un juicio, después de que el togado le pidiese que revelase su fecha de nacimiento tres veces antes de declarar y asistiera atónito a la misma respuesta en las tres ocasiones “las dos y media señoría”, es más comprensible, si se enmarca dentro de una resistencia natural heredada.

No quisiera terminar sin citar a un célebre autor, actor y director, que en cierta ocasión y posiblemente en circunstancias similares a estas, no pudo por menos que decir “Estos son mis principios, si a Vd. no le gustan… tengo otros”.

Kid Rock-All Summer Long music video.wma – kid rock

Para los muy vagos o para los «expertos» en inglés como yo 😀

el último de hoy

lo prometo… a ver si el próximo es más ligerito, porque hoy estoy reivindicativo y no es plan, tengo que cultivar más mi lado superficial y eróticopornofestivo.

Respect

Primera entrevista a Jesús Neira tras salir del coma… unas frases para la reflexión.

«La mente no se para porque uno esté en un hospital, muy al contrario, no deja de plantearse lo que ha pasado y por qué ha sucedido. A través del dolor propio he tenido conocimiento del dolor ajeno… en estos meses he sido consciente de situaciones de injusticia que ni siquiera sospechaba que existieran.»

«La violencia contra la una mujer es un acto de iniquidad… esa iniquidad se empieza a disolver cuando la sociedad decide quitar la máscara al maltratador, dejarlo tal cual es, sin bravura, sin coraje, sin dignidad.»

«¿Que si lo volvería a hacer?… no he cambiado y asumo las consecuencias de mis actos, para bien y para mal… mi actuación respondió a lo que yo considero coherente con mi carácter y mi educación.»

«…si mi comportamiento llama la atención en una sociedad donde no gusta que se maltrate a mujeres es porque muy pocos actúan en su defensa.»

«La sociedad no puede ser un muro callado que contempla impasible la brutalidad humana en la más absoluta frialdad…la sociedad llora, cuando debió gritar antes.»

«Me llaman héroe, pero no lo soy, soy simplemente un ciudadano y un hombre libre.»

«Cuando salga de aquí (del hospital) me apetece recuperar mi vida, simplemente eso, tomarme un plato de sopa, charlar sobre las cuestiones de la política o poder ponerme un traje y marcharme a trabajar.»


Respect – Aretha Franklin

la chorradilla del día

si Darwin levantara la cabeza…
evoluwoman

evolumen

Bueno, llevo unos días bastante buenos; salgo de clase y no hago más que currar en casa con apuntes e historias, pero estoy concentrado, me acuesto a horas razonables, y salvo por lo mal que me sienta salir a cenar solo, me encuentro bastante bien, centrado, relajado y hasta de mejor humor de lo habitual… ara verás como llega alguien y lo jode…

…como le sucedió a esta reportera retransmitiendo el final de un partido de fútbol (atentos al de la izquierda del vídeo)

Y para cuando esté de bajona, nunca olvidar que hay quien lo pasa peor… mucho peor…Para terminar, una cancioncilla del 69 (no penséis mal), que más adelante ha servido de banda sonora de pelis tan notables como Cowboy de media noche… ya sabéis, si queréis culturizaros más, a tirar de bibliografía, que no os voy a dar todo masticado 😉

Everybodys Talkin – Harry Nilsson

muestras gratuitas

Hoy he ido a la farmacia a comprar Blastoestimulina para la cura de mi amigo, y al pagar, la farmacéutica me saca tres sobrecitos y me dice «le dejo unas muestras»… yo miro aquello para ver de qué se trata, y se siente en la obligación de puntualizar «son unos antiarrugas» ¡arghhh!, no he podido evitar decirle «menuda indirecta más sutil» (se ha quedado cortada la pobre)… enfins, que ya estoy en la edad de que me bombardeen con productos para hacerme sentir más viejo de lo que soy… si no estuviésemos en crisis, seguro que sería un cliente de lo más apetecible para concederme créditos al consumo, pero tal y como va la cosa, me tendré que conformar con muestras gratuitas de cremas antiedad.

Es curiosísimo cómo son las cosas… cuando eres un pibe no tienes un duro, dificilmente te comes una rosca (o como yo, te emparejas durante un montón de años y te sales «del mercado»), estás más ocupado en conocerte a ti mismo que dispuesto a asumir a otra persona y sus circunstancias, y cuando finalmente tomas las riendas de tu vida, ya te empiezan a bombardear para encasillarte en un rol… no quiero ni pensar en cómo tienen que llevar esto las tías, a las que se les exige ser guapas, delgadas, monísimas de la muerte y que, llegada una edad, deberían estar colmadísimas de gozo con un par de churrumbeles y seguir siendo deseables para ser «normales» y que su autoestima no termine por los suelos… aún nos falta mucho, muchísimo para ser verdaderamente una sociedad libre de prejuicios y tabúes (yo, por si acaso, me quedo las muestritas, no vaya a ser que la farmacéutica tenga razón).

Me he dado cuenta de que cuanto más me encasillan, más miro hacia atrás, así que hoy traigo una canción que sonaba cuando yo tenía 5 ó 6 añazos… como era el quinto (e inesperado) hermano, y los otros cuatro se llevaban, como era habitual, un año o poco más, estaban todos en plena edad del pavo (en aquella época se decía «efervescencia juvenil»), y se encerraban cuando nuestros papis estaban fuera en una habitación, para fumar, poner un disco en el «tocata» (un chisme redondo de plástico que se tragaba el disco de vinilo y tenía altavoz incorporado), y bailotear o tramar revoluciones contra el dictador -Franco, no la figura paterna… que también-. Así que un día en el que llovía, volví ensopado de revisar mi charca favorita llena de renacuajos, y me planté frente a la puerta… olía más raro de lo habitual… una semana antes mi padre había tenido en la consulta a un hombre negro (yo jamás había visto a un negro, así que me pegué un buen rato espiándole hasta que le pregunté si su mamá no le lavaba, tras lo que él se rió con esa voz gangosa y profunda y yo me gané un azote de mi madre, que posiblemente tampoco había visto un negro en su vida, y que no alcanzó a darme el segundo, porque yo era un salvaje criado en el campo y corría como una liebre)… la marihuana había aterrizado en el pueblo de manos de aquel marine… y mis hermanos se meneaban al ritmo de la música; cuando me vieron espiando, me dieron con la puerta en las narices, y yo, con un mosqueo importante porque me daban de lado, sin saber muy bien por qué, grité «pues se lo diré todo a mamá»… ains, la puerta se abrió y salió una de mis hermanas… luego solo recuerdo que me dio unos metros de ventaja y me dijo «corre»… salí disparado hacia la casa de los vecinos, donde vivía mi noviecilla y donde solía merendar, porque su madre siempre me daba un pedazo de chocolate con pan, y eso me gustaba casi más que ella… y me giré, y solo vi una locomotora que me ganaba terreno en cada zancada, así que aterrizé humillantemente sobre la hierba mojada y solo tuve tiempo de volverme para ver horrorizado como mi hermana se sentaba sobre mi cara y aullando de placer, se tiraba un sonoro y triunfal pedo en mi jeta… ains… enfins, a lo que iba, la música que sonaba era esta…

Mama Told Me Not To Come – Tom Jones & Stereophonics

vacaciones y notas

a la excitación propia por ser el último día de clases antes de las vacaciones de carnaval, se unieron hoy las caras largas y los corrillos entre los compañeros, por sus evaluaciones de las prácticas; existe una extendida queja generalizada en relación a la evaluación que se hizo en las unidades, y es que a la mayoría, le parece que las calificaciones fueron puestas al libre albedrío, a la baja, o sin la debida imparcialidad… en mi caso, me han retorcido el brazo para que me autoevalúe, así que he optado por lo de otras veces, ponerme en un término medio estricto, y por lo que escucho por los pasillos, es la tónica general.

Vamos por partes:

1º Confundir alumno con profesional. Básicamente la idea es que el estudiante en planta despliegue un conocimiento práctico de algo que únicamente ha visto en la teoría (en ocasiones ni eso), así que se puede caer en la tentación de «marcar» a alguien por el simple hecho de no mostrar soltura en una técnica, sin tener en cuenta que las prácticas son precisamente para eso, «para aprender a hacer». Lo más perverso de este supuesto, es que hay quien ni se molesta en enseñar a hacer, sino que sencillamente adopta la actitud de «quita que molestas y me retrasas», pero eso sí, luego se permite el lujo de calificar (a este grupo en particular sí que habría que hacerle una evaluación por parte del alumno, que ya que percibe unos ingresos por formación, también habría que valorar la calidad de su docencia -o la falta de ella-). Puestos a reflexionar, el mal profesor del pasado, no tiene razón alguna para quejarse del bajo nivel formativo de alguien que pasara una vez por sus manos… al fin y al cabo, estuvo en disposición de enseñarle, pero falló.

La contrapartida está en que el alumno mantenga una actitud positiva, sea curioso, pregunte y abra bien los ojos, para que aproveche al máximo cualquier posibilidad de aprender que se le ponga a tiro, ya que el día de mañana, se tendrá que buscar la vida solo… y es que de todo hay… como en botica, y los garbanzos negros no sólo se encuentran en los sacos de legumbres.

2º Equivocar el objetivo de las prácticas. Cuando hablo de esto, me refiero a que existe una idea extendida en las plantas en relación a que el alumnado «ha de sacar el trabajo adelante», y eso es una perversión. El alumnado no es el machaca de nadie, y aunque no lo diga en la planta, toma nota de quien le delega tomar tensiones o temperaturas a todos los pacientes, mientras el otro se eterniza tomando un café… aunque por otro lado, a todo alumno le gusta que le deleguen funciones, ya que ello lleva implícito un reconocimiento al dominio de determinadas técnicas. Llegados a este punto, como en casi todo, habría que conseguir un término medio, en el que el alumno pueda desarrollar con cierta autonomía sus prácticas, sin convertirse necesariamente en un robot que repite una y otra vez las tareas más simples y tediosas, y el personal debería recordar que el alumno que se le ha encomendado, puede cometer errores cuyo último responsable será quien le supervisa… y mucho ojo con esto, que una cosa es lo que se dice por los pasillos o en las clases, lo que se cree que el alumno sabe o deja de saber, o la tendencia de muchos a creer que la bisoñez es sinónimo de estupidez… y otra muy diferente la realidad de un juzgado con una demanda por negligencia sobre la mesa donde, a buen seguro, el que saldría mal parado… no sería el alumno.

3º Complejos. De esto habría mucho que hablar, tanto por una parte, como por la otra. Tan cargante resulta el personal abusón que luego en segundo o en tercero se torna «amistoso» (dos polos opuestos pero igualmente molestos), como el alumno que jura y perjura «putear» a su vez, cuando tenga responsabilidad en la planta, o alumnos a su cargo. Hay personas que verdaderamente parece que no maduran nunca, aunque desde mi punto de vista, el personal de la planta, por edad, por profesionalidad, y por conocimiento propio del término «trabajo en equipo», debería estar a un nivel muy por encima de este tipo de situaciones; desde luego, no debería generarlas, y evidentemente, si las detecta, debería reconducir la situación… se que es complicado, pero formar a alguien, no es simplemente hacerlo en «técnicas» (¿a alguien le suenan los contenidos transversales, a alguien le suena el CAP?), igual que ser madre no es simplemente «parir»… e igual que una madre se vuelca más con el hijo díscolo, las personas que presentan rasgos de este tipo, necesitarían más atención (¿se va notando lo verdaderamente jodido complicado que es tener a alguien bajo nuestra responsabilidad?).

4º «Observaciones». Curiosamente yo no tengo valoraciones en mis hojas, pero algunos compañeros comentan las suyas  y, o bien han leido mal, o quien las escribió tenía un verdadero problema (de ortografía por un lado -según me comentan-, y de objetividad por otro). Yo me remito a un caso que me contó una amiga enfermera, en relación a una alumna a su cargo, que tenía un verdadero problema para realizar la canalización de una vía… por lo visto, la chavala se resistía a intentarlo (era su demonio particular), e incluso somatizaba el tema… el caso es que la enfermera se las arregló para localizar a un paciente particularmente colaborador, e hizo que cuando se disponía a mostrarle una vez más el método a la alumna, la llamaran por una supuesta urgencia, quedándose por los alrededores, pero lejos de la vista de la alumna, a quien le encargó realizar la técnica. La muchacha no solo canalizó la via, sino que logró superar sus miedos, y la enfermera anotó en la hoja de observaciones algo así como… «quisiera que la alumna, cuando se enfrente a algún reto que le parezca complicado, recordase lo bien que lo hizo la primera vez que logró coger una vía»… no se vosotros, pero yo recordaría a esa enfermera siempre con muchísimo cariño.

Una última reflexión en cuanto a esto… creo que si alguien es incapaz de lograr que un alumno a su cargo realice tareas que puedan ser consignadas como refuerzo positivo en las observaciones, debería plantearse que quien lea sus notas, se cuestionará seria y fundadamente su capacidad para la formación (y eso pasa… me consta).

Bueno, habría mucho de lo que hablar en relación a las cosas que pasan en las prácticas, a las interpretaciones subjetivas, a la falta de ganas (todo ello por parte y parte), pero creo que me quedo con mi visión personalísima y si se quiere, un poco «flowerpower«; yo creo que el personal sanitario está hecho de una pasta especial, cuida esperando poco o nada a título personal, vive su trabajo con intensidad, y en vez de un pañal lleno de caca, sabe ver a la persona con necesidad de autocuidados, a la que no le gusta ser dependiente, la que se averguenza por hacer que otro le limpie el trasero, y si desempeña bien su labor… es como si encendiese una luz para esa otra persona… con la ventaja de que también ilumina su propio camino… ¿las notas?… pues francamente, me traen al pairo 😀

se me pega

la mala leche, lo noto, y no me gusta.

Todas las personas tenemos nuestro demonio particular, y yo no soy una excepción. A mi demonio me ha costado media vida «domesticarlo», pero en determinadas ocasiones, particularmente cuando estoy en un nivel de estrés máximo, asoma las garras, y hay veces que cuando me doy cuenta y vuelvo a cerrar la puerta de la jaula, el mal ya está hecho…

Eso me sucedió el domingo, cuando estaba en una terraza con dos amigos, mientras observaba a un hombre mayor, de unos 70 años, con tos perruna y tirando de cigarrito, mientras hablaba con una chica de otra mesa, Síndrome de Down, que le preguntaba si «estaba acatarrado», ya que el hombre no dejaba de toser y toser lastimosamente sin parar.

El caso es que él le decía que le habían dicho que tenía «noseque en los pulmones ostructivo», pero que eso debía ser una trola, ya que llevaba así como 20 años, y que de hecho fumaba desde hacía más de 40 años (añadió que en sus mejores tiempos hasta 4 cajetillas ¿¿??)… una negación como una casa, vamos.

Pasaron los minutos y el hombre se acerca a mi mesa para pedirme un cigarrillo, y en vez de callarme y dárselo, que es lo que debería hacer, no se me ocurre más que decirle «¿le suena la palabra EPOC?»… él asiente mientras saca el cigarro de la caja, e insiste en que lleva mucho tiempo con eso, y que lo del tabaco son tonterías y toda su negación; así que capullo de mi, totalmente fuera de contexto, sin que nadie me invitara y encima enarbolando mi propio cigarrillo, no se me ocurre otra cosa más que darle una lección magistral, explicándole el significado del término, añadiendo que la «C» es de «crónica», que por eso llevaba 20 años diagnosticado, y que además de ser algo muy serio, se agravaba con cada cigarrillo.

Y digo que todo esto ha sido fuera de contexto y digo que soy una mala bestia, y digo que tengo que sacudirme a toda costa ese sentimiento de paternalismo más propio de «Diostor» que de persona cabal, porque debí imaginar que acto seguido, el tipo lejos de asentir consternado, hacer acto de constricción y agradecer la gratuita e innecesaria charla, volvió a la carga con su negación, lo que me enojó primero, y luego, cuando apostilló «total, esto no me va a matar», me hizo bajar la guardia y sacar a la bestia.

Le contesté con un irónico «este quizás no, pero que se retorcerá por conseguir arañar una bocanada de aire que no logrará llevar a sus pulmones hasta que, llegado ese día, morirá asfixiado… eso es seguro», y como mi bestia lo es en grado mayúsculo, lo rematé con un «¿le doy fuego o tiene mechero?», todo lo cual hizo que mis acompañantes se taparan la boca de la risa… pero desde que la última sílaba salió de mi boca, yo ya sabía que el recuerdo de esa charla me acompañaría mucho tiempo, y no a modo de anécdota graciosa, sino como una acción vergonzosa de la que habría de arrepentirme.

Lo reconozco, siempre me ha molestado el rollo paternalista de la práctica, siempre he creido (y creo firmemente), que inspirar miedo es el último recurso a utilizar, y únicamente en dosis muy controladas, cuando el otro carece de la más mínima percepción de peligro… pero joder, no he nacido ayer… tendría que haber sabido controlarme y no volcar mi frustración como lo hice.

Bien, quede constancia de ello, aquí lo dejo escrito, con el firme propósito de no volver a dejarme llevar; no hablamos de razones, sino de resultados, debería haber estado por encima de la situación.

pared21

La próxima vez, debería quejarme de que nos convoquen a un seminario un sábado, y nos tengan esperando una hora, hasta que nos dicen que seguridad no tiene constancia de que se tenga que abrir la escuela, y nos tengamos que volver a casa y recuperar el día más adelante… que nos citen a las 15,30 para un seminario, que éste empiece casi 45 minutos tarde, y que yo me pierda la cita del dentista que tenía concertada hace dos meses… que vayamos a un examen a la hora convenida, el responsable llegue más de media hora tarde, y encima nos reste el tiempo… que se nos insista en que es una buena práctica higiénico-sanitaria fomentar entre nuestros pacientes lavarse las manos antes y después de orinar, y que deberíamos practicar con el ejemplo, y que nunca nunca nunca haya ni jabón ni papel para secarse las manos en nuestro baño… etc etc etc


Ironic – Sarah Whitfield

mi guerra

hace algún tiempo me quejaba aquí mismo, del coñazo de las promociones, ofertas, sorteos y demás sandeces que no hacen más que llegarme por teléfono.

En varias ocasiones me he puesto en contacto con las dos compañías de telefonía móvil con las que tengo línea, para explicarles que yo no quiero recibir bases de sorteos, ni necesito un Porsche, ni me interesa cambiar las condiciones de mi contrato, y que por muy extraño que pueda parecerles, me molesta que ellos me llamen a horas intempestivas los fines de semana incluidos, y que únicamente quiero esas líneas para recibir y enviar llamadas personales… pero no hay forma, siempre responden con un «tomamos nota para que no se vuelva a repetir»… pero siempre se repite, y es un verdadero coñazo.

Así que cuando hace una semana me vibró el teléfono en clase de Farma, decidí adoptar una actitud pasiva-agresiva, y descolgué, para que oyeran el ruido de fondo de la clase… eso pasó en Farmacología, en Médico Quirúrgica y en Materno Infantil… varias veces, y se repitió nuevamente una vez llegué a casa (yo con los cascos puestos oyendo música, y al otro lado, alguien desgañitándose)… y al día siguiente, y al siguiente, y al siguiente… ellos gastan teléfono, y yo me limito a contestar y a no decir ni pio.

El jueves, pese a todo, me sentía generoso, así que como imaginé que quien llamaba no visitaba el blog, le acerqué el teléfono al auricular y le regalé la canción de fito y fitipaldis (y parece que le gustó, ya que aguantó casi toda la canción, y no cortó la llamada a los pocos segundos como suele ser habitual).

Pero ayer sábado pasó algo verdaderamente curioso que ha convertido las escaramuzas en una auténtica declaración de guerra… a las 9 de la mañana, después de haberme acostado un poco tarde viendo pelis… suena el móvil; como en el fondo soy un romántico acojonado, pensé que quizás llamaba el amor de mi vida o mi madre con alguno de sus achaques, así que con la mente completamente nublada pillé el móvil, que descansaba junto a mi en el otro lado de la cama, y despegando un poco un ojillo, acerté a ver el dichoso número de 4 dígitos, y cansado más que enfadado, solo acerté a hacer lo que suelo, descolgué y decidido a seguir durmiendo, dejé caer lánguidamente el teléfono y entonces ocurrió… sin proponérmelo (o si), me giré  intentando recuperar la postura original en la que estaba durmiendo, y me tiré un SONORO PEDO (en mayúsculas, para que se aprecie la cualidad mayúscula y escatológica de la acción)… y juro por Dios que pese a que ya estaba medio dormido, y a que tenía el teléfono bastante lejos de la oreja, alguien gritó tan fuerte amenazándome con que me llamaría de madrugada a partir de ahora, que pude oírlo con toda claridad.

¡es la guerra!

Hymn to the Fallen (Saving Private Ryan) – City of Prague Philharmonic Orchestra/Paul Bateman

Nota mental: apagar el móvil desde ahora cuando me vaya a la cama.

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